El Senado aprobó la Ley de Educación Ambiental Integral

Por unanimidad, la Cámara Alta nacional convirtió en Ley la iniciativa con la que se busca que los estudiantes de todos los niveles puedan adoptar distintos conocimientos, saberes, valores y prácticas ambientales que confluyen y aportan a la formación ciudadana y al ejercicio del derecho a un ambiente sano, digno y diverso. Por Cuarto Intermedio

El Senado de la Nación le dio sanción definitiva a la Ley de Educación Ambiental Integral, la cual propone incorporar contenidos ambientales en la currícula escolar y establece, entre otras cuestiones, el derecho a la instrucción sobre esta problemática como una política pública nacional.

Tras la aprobación de la norma, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, celebró la ley producto de un trabajo conjunto entre los ministerios nacionales de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Educación, y en consenso con las provincias, a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA).

“Saldamos una deuda histórica con nuestro pueblo. Esta ley será el inicio de un proceso que traerá grandes beneficios y generará conciencia sobre el cuidado del planeta desde la educación formal e informal a partir de una edad temprana. Estoy convencido de que la educación ambiental debe ser un componente fundamental de la formación de la ciudadanía. Es la mejor manera de defender nuestro planeta y el futuro. Es reconfortante saber que quienes sancionan las leyes tengan la vocación de interpretar lo que la sociedad demanda en estos tiempos”, destacó el funcionario nacional.

La educación ambiental, por su parte, se trata de un proceso continuo que promueve la sostenibilidad como proyecto social, que implica un desarrollo con Justicia social, distribución de la riqueza, preservación y conservación de la naturaleza, igualdad de género, protección de la salud, democracia participativa y respeto por la diversidad cultural.

Asimismo, busca el equilibrio entre diversas dimensiones, como la social, la ecológica, la política y la económica, en el marco de una ética que promueve una nueva forma de habitar “nuestra casa común”.