Un claro perfil ideológico y comercial

De una campaña de sesgo popular, en la que los espacios mayores fueron para la simpática socialcristiana Gabriela Michetti, la gestión de Mauricio Macri como... Por Cuarto Intermedio

De una campaña de sesgo popular, en la que los espacios mayores fueron para la simpática socialcristiana Gabriela Michetti, la gestión de Mauricio Macri como gobernador porteño evidencia un claro giro hacia la influencia de un dirigente que demostró no mover las encuestas, como Horacio Rodríguez Larreta. Ya desde los primeros vetos se nota un favoritismo hacia los negocios de los llamados “desarrolladores”.

En sus últimos días de vida, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) votó algunos proyectos que tenía en trámite desde hacía tiempo. En esas primeras jornadas de diciembre de 2007 y últimas para 30 de sus antiguos miembros, entre esos proyectos convirtió en ley a dos que tenían un claro sentido reivindicatorio de carácter histórico y social. Uno fue el relacionado con una reparación moral y monetaria para los viejos presos Conintes y otra un mecanismo de preservación de los bosques de Palermo que sufren una progresiva degradación en aras de negocios.Quienes conocen los temas apuntan a la cabeza del jefe de Gabinete, el ex desarrollista devenido en peromenemista y ahora macrista Horacio Rodríguez Larreta. En el caso del Parque Tres de Febrero, como es la denominación oficial de los bosques de Palermo, también se carga contra Juan Pablo Piccardo, el ministro de Medio Ambiente y Espacio Público.Los vetos pasaron casi inadvertidos para el gran público en el marco de otras cuestiones nacionales y, en el caso de la CABA, a raíz de la virulenta suba de la tasa inmobiliaria, del despido de 2.500 empleados públicos a los que se calificó de ñoquis sin investigación previa alguna y la descomedida expulsión de cartoneros de predios ocupados en Belgrano. La cuestión es que los grandes medios masivos no tuvieron, entonces, lugar para atender el problema de los viejos presos Conintes.  Los presos Conintes El Plan Conintes (de Conmoción Interna del Estado) fue sancionado durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón pero nunca se llegó a instrumentar hasta su destitución en septiembre de 1955. Apuntaba a evitar la aparición de grandes protestas sociales, al punto de que se podían militarizar zonas y practicar allanamientos y detenciones sin órdenes judiciales. La norma daba al Poder Ejecutivo Nacional (PEN) una enorme discrecionalidad represiva.Perón, responsable de su sanción, no tuvo presos Conintes. Pero quienes lo derrocaron en nombre de la democracia, acusándolo de déspota y represor, no la derogaron. Quedó en el arcón de la legislación no aplicada hasta que apareció como presidente Arturo Frondizi al frente de su Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), que llegó al gobierno con los propios votos más los de los comunistas y, fundamentalmente, los de los peronistas, como resultado del muchas veces negado pero real Pacto Perón-Frondizi.Frondizi, originario de la izquierda del histórico radicalismo, había llegado con un programa popular del que rápidamente se alejó para llegar a tener ministros de Economía como Alvaro Alsogaray y Roberto Alemann, a lo largo de sus casi cuatro años de gestión. En ese giro a la derecha chocó rápidamente con la mayor parte de sus votantes en un cambio de clientela política.Así fue como la mayor parte de los sindicatos, en manos del proscripto peronismo, como los 19 dirigidos por el Partido Comunista, pasaron a una dura oposición destacándose largas huelgas como las de bancarios, ferroviarios y personal del frigorífico nacional que había sido creado por el presidente Marcelo T. de Alvear en 1923. Ante ello Frondizi desempolvó el Plan Conintes que fue aplicado con todo entusiasmo. Miles de trabajadores y de militantes políticos fueron a parar a la cárcel. La gran mayoría de aquellos presos Conintes a lo largo de este casi medio siglo transcurrido ya no está en este mundo. Cuando el entonces legislador kirchnerista Francisco Miguel Talento lanzó su proyecto reparador, en toda la CABA se habían detectado apenas 15 sobrevivientes. El extraño argumento para el veto impulsado por Rodríguez Larreta es lo oneroso que podía haber sido pagar tantas pensiones. ¡No más de 30.000 pesos al mes!, en el marco de las erogaciones del gobierno porteño, que ha incrementado fuertemente los salarios de sus funcionarios. Pero lo que subyace es una cuestión política, mucho más cuando Rodríguez Larreta es de viejo cuño desarrollista.Consultado el secretario de Derechos Humanos del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el ex diputado por el Frente para la Victoria (FPV), Helio Rebot, respondió: "La aplicación y decisión de implementar el Plan Conintes fue una repudiable instrumentación de nivel nacional. En tal sentido, desde nuestro gobierno no negamos ni ignoramos el sufrimiento y dolor de sus víctimas. No obstante, cualquier política de ayuda o subsidio debe sancionarse en el Congreso de la Nación, ante lo cual desde luego que el gobierno de Mauricio Macri se adheriría". Los bosques de Palermo Así como los parientes de los viejos Conintes lograron la ley para sus mayores, la ONG de los “Amigos del Lago de Palermo” obtuvo algo que resulta espectacular para la Argentina y para muchos países como el nuestro: que se creara un organismo descentralizado para administrar el parque y que ese cuerpo administrador estuviese integrado por gente de alto nivel que se ganara el lugar por concurso. Increíblemente fue votado y aprobado en esas jornadas de despedida.Pero tampoco Macri y Rodríguez Larreta quisieron saber nada con dejar el manejo de los bosques a un grupo especializado que, seguramente, una vez que se hiciera cargo, no permitiría que atendiendo a razones de “negocios” continuara la apropiación de tierras por intereses de los más diversos, pero que se trata de intereses de unos pocos y no de los millones de porteños y de visitantes de esta urbe que pueden gozar de un paseo, o de un lugar para la práctica de ejercicios libremente.Está claro que los negocios particulares quieren ir por más, ya que haber reducido el “Parque Tres de Febrero” en un 85 % no parece suficiente. Pero, además, se planteaba otro riesgo aún mayor. Que la administración independiente comenzase a hurgar entre las irregulares formas de apropiación que ha habido a lo largo de los años por parte de clubes deportivos, como Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, y hasta de simples negociantes. Y, en consecuencia, dar marcha atrás con algunas de esas apropiaciones.