El Después de una larga tormenta que ensombrecía su cielo desde hacía más de un año, el gobierno al fin abrió las ventanas y encontró el sosiego de un día fresco y soleado. Parece que mágicamente bastaron un par de concesiones a la oposición, la prensa y a la opinión pública.
(Cuarto Intermedio – 22 de julio de 2009)- Claro que están los intransigentes, los agoreros y los desconfiados de siempre, los que mantienen su personaje incluso más allá de su propia conveniencia política.
Convengamos que el gobierno no detuvo su camino hacia la revolución. Para empezar, porque salvo entre algunos de sus más férreos defensores, luego de conocerse la declaración jurada del matrimonio presidencial, pocos creen que alguna vez hayan estado en esa senda.
Las concesiones fueron en realidad tan mínimas que hasta les debe dar bronca no haberse avivado antes. Hasta podrían haber ganado las elecciones en Buenos Aires. La sola convocatoria al diálogo bastó para dividir al panradicalismo, descolocar a Macri, a la Mesa de las entidades agrarias, y a todos los sectores que en general reclamaban un cambio de actitud.
La reestructuración del INDEC no será todo lo que la oposición esperaba, pero si a eso le sumamos la iniciativa del llamado al diálogo social, cualquier embestida opositora deberá ahora atacar otro flanco, so pena de ser socialmente deslegitimada.
Los días de locura del gobierno parecen haber quedado atrás. Parece mentira que hace menos de un mes pensaran que era el fin. Hasta veían mensajes mafiosos en los golpes que Reutemann se dio con el puño en el pecho, la madrugada que supo que había ganado por un voto.
Lo único que falta es que encuentren alguna ley que pueda ser bienvenida por la mayoría de las bancadas. Si en su repertorio aparece alguna canción que podamos cantar todos, quien sabe hasta cuando puedan estirar esta primavera.
Mañana tal vez vuelva a nublarse el cielo, pero por ahora y para sorpresa de muchos, como la lavanda, el gobierno canta y se levanta.