¿Soluciones o palabrerío?

El pasado viernes, la presidenta de la República, Cristina Fernández de Kirchner, anunció un megaplan que pretende, según sus palabras, resistir el avance de la crisis... Por Cuarto Intermedio

El pasado viernes, la presidenta de la República, Cristina Fernández de Kirchner, anunció un megaplan que pretende, según sus palabras, resistir el avance de la crisis y frenar la caída de la generación de empleo. Allí, también realizó una afirmación que llama poderosamente la atención.   

(Cuarto Intermedio  – 18 de agosto de 2009) – Lisa y llanamente, la Jefa de Estado dijo que “el problema no es la pobreza, es la inequidad social”. Para comprender los alcances de dicho argumento propongo el siguiente ejercicio. Imaginemos que trazamos una línea precisa que divide ser pobre de no serlo. Hoy, entonces, nos encontraríamos en una situación en dónde aquellos que están por encima de esa línea están separados por grandes diferencias de aquellos que están por debajo. Por lo tanto, según se puede deducir de las palabras esbozadas más arriba, si achicásemos la brecha, tendríamos menos inequidad, y por lo tanto el problema resuelto.

Inmediatamente, apreciará el lector, lo ridículo de esta aseveración. Por más que achicar la brecha transfiera algunos recursos del sector superior al sector inferior, no necesariamente se resuelve el flagelo de la pobreza. Puede haber muchísima menor inequidad, y casi la misma cantidad de pobres. O sea, un pueblo pobre.

Por consiguiente, esta claro que el problema es la pobreza. El asunto es cómo resolverla. Tal vez el camino sea sacarle a los que más tienen (“a los ricos”, como ella misma afirmó) y dárselo a los pobres (en un esquema seudo socialista, a la Venezuela chavista); o quizá, podríamos intentar la osada aventura de hacer lo imposible para que aquellos por debajo de dicha línea asciendan hasta transponerla. Es decir, elevar a los de abajo. Naturalmente esto puede implicar que los de arriba ganen menos, pero el camino sería a través de la generación de mayor riqueza, más producción, estabilidad económica y mejores servicios básicos y sociales (como que en un hospital te atiendan como corresponde y que en una escuela te eduquen con todas las herramientas necesarias para progresar en el mundo global de hoy).

Pero para todo esto, es necesario un poco de coherencia. Si el problema es la inequidad y al mismo tiempo se destinan $600 millones para el negocio de fútbol, y se condena “a los ricos” pero no puede explicar lo escandaloso de un aumento patrimonial de casi el 800% en siete años, está claro que el camino es más difícil.

Queda por creer y esperar que lo positivo es que el pueblo no quiere ser cómplice de la mentira, y que tras su expresión electoral, seguirá atento y exigirá un poquito menos de palabrerío y un poco más de razón. Ojalá que los legisladores electos estén a la altura de las circunstancias.