Trayectoria y trascendencia

En nuestro país, estamos acostumbrados a que los políticos que nos han representado con grandeza, sean aquellos que hemos aprendido en la escuela o que... Por Cuarto Intermedio

En nuestro país, estamos acostumbrados a que los políticos que nos han representado con grandeza, sean aquellos que hemos aprendido en la escuela o que vemos en los billetes de curso legal.  

(Cuarto Intermedio  – 28 de agosto de 2009) – Más allá de los debates que se puedan suscitar frente a algunos de estos personajes (Rosas o Roca, por ejemplo), en nuestro inconsciente colectivo está grabado que San Martín, Belgrano, Sarmiento y algunos más merecen nuestro máximo respeto.

Con el paso del tiempo, y especialmente si se trata de legisladores, esta sensación se va diluyendo. ¿A quién le resulta fácil recordar a los hombres y mujeres trascendentes de la vida legislativa de nuestra nación? Quizá algunos puedan nombrar a Alfredo Palacios, por ser el primer diputado socialista, a Joaquín V. González por su prolífica labor como diputado, senador, historiador y literato, o a Lisandro de la Torre, por haber sido testigo directo de la muerte del senador Bordabehere en el Senado de la Nación, en medio de una feroz discusión relacionada a las carnes.

Un país es su gente. Sus usos, costumbres, leyes, formas de vida, conductas, cultura, etc.… pero todo, en última instancia, se lo conforma su gente. Los hombres y mujeres cuyas trayectorias son respetadas, hacen a un país grande. Cuando éstos ocupan lugares en algunos de los poderes del Estado, no es otra cosa que la cristalización de lo anterior. Reconocerlos, es dar cuenta del servicio que le prestan o han prestado al país, y al mismo tiempo decirle a toda la sociedad que es así como nos gusta que seamos.

Argentina tiene y ha tenido gestos importantes en esta materia. Tal vez el mejor ejemplo -y más reciente, por cierto- sea la muerte del ex presidente Alfonsín, cuyo velorio incluyó miles de personas y por donde también desfilaron presidentes de otros países. Allí, se vio desatada una cascada de sentimientos tales como el reconocimiento, su coraje, la añoranza y honestidad. Pero no hay que olvidar que Alfonsín fue el primer presidente desde la recuperación de la democracia (tal vez algunos todavía recuerden el adiós al legislador Alfredo Bravo, diputado socialista).

Los actos y reconocimientos a lo largo y ancho del planeta que siguieron la reciente desaparición del senador Ted Kennedy, en los Estados Unidos, fueron realmente conmovedores. Su legado legislativo, su defensa de las clases menos privilegiadas, su trabajo en los terrenos de la educación, el cuidado de la salud y los derechos humanos han sido recordados con enorme gratitud. Su férrea defensa de las libertades también (describió su voto contra la autorización a la guerra de Irak como la mejor votación que hizo en el Senado).

Pensar que algunos de nuestros legisladores recibirán, algún día, un tratamiento similar, es un lindo anhelo para una joven y esperanzada sociedad.