Exito individual; fracaso colectivo

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces pueden servir para entender algunas de las cosas que nos pasan. Un caso del que ya se... Por Cuarto Intermedio

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces pueden servir para entender algunas de las cosas que nos pasan. Un caso del que ya se ha escuchado bastante es la comparación entre el rendimiento de nuestra querida Selección Argentina de fútbol y el desarrollo de nuestro país.     

(Cuarto Intermedio  – 17 de septiembre de 2009) – Bien merece la pena profundizarlo, pero no sin antes proponer dar un paso más, y agregarle a este análisis la dicotomía argentina del fracaso colectivo y el éxito individual; ya no sólo cristalizado en los goles de Messi en el Barça, sino también en la fenomenal conquista de Juan Martín del Potro en el reciente US Open de tenis.

Sin pretender arribar a conclusiones científicamente válidas, podemos observar algunos hechos de la realidad. Los jugadores de la Selección, como es sabido, se destacan sobremanera en el exterior. Esto se da en el marco de un equipo, en donde brillan por doquier, y en países donde las cosas funcionan (desde Europa hasta México). Sin embargo, cuando regresan a nuestro querido país, las cosas no funcionan. ¿Por qué? Difícil de responder con precisión quirúrgica. Será porque pensamos que llegaremos al éxito únicamente de la mano de Dios, o que la sola presencia de la historia grande nos hace grandes. Quizá también porque por las arterias del fútbol argentino corre una contaminación que casi todo lo pudre: corrupción, falta de recambio dirigencial, clubes fundidos, rotura de contratos, etc.

Así como los dirigentes no son otra cosa que el reflejo de sus representados, el fútbol también parece ir por la senda de la decadencia.

El tenis, a diferencia del fútbol, es un deporte individual. Para llegar lejos se requiere una fortísima disciplina, entrenamiento y tenacidad. Más de una vez hemos escuchado que los jugadores comienzan sus carreras jovencísimos, viajan por el mundo solos, deben entrenarse y alimentarse de forma específica, evitar las salidas, el alcohol, los excesos y demás. Juan Martín del Potro es el reflejo de esta cultura. Pienso que ejemplos como el destacadísimo físico Juan Martín Maldacena, la meteoróloga Eugenia Kalnay (acreedora al premio IMO, el reconocimiento más importante que otorga la Organización Meteorológica Mundial) o el médico César Milstein (nada menos premio Nobel) siguen esta misma línea. Se destacan a nivel mundial, unos en Estados Unidos, otros en Europa.

Todas las sociedades tienen su momento de quiebre. Nosotros, tuvimos uno en diciembre de 2001 y enero de 2002. Sería lindo que los tiempos que se vienen sean tomados por todos nosotros como una nueva era; en donde el respeto desplace a la mentira, y el esfuerzo al vale todo y al sálvese quien pueda.

El temor que tengo es que la Selección se salva con algunos resultados, y a veces la alegría inmediata tapa todo. Al país también lo podemos salvar. Pero con algunas décadas.