Estos días se dio a conocer una grave noticia. Las comunicaciones del helicóptero presidencial fueron interferidas por un sujeto, o grupo de sujetos no identificados, en el breve periplo que separa la quinta de Olivos de la Casa de Gobierno.
(Cuarto Intermedio – 16 de diciembre de 2009) – La grabación que se conoció registra la comunicación entre uno de los pilotos de la mencionada aeronave con los controladores del aeroparque metropolitano, en la que se escuchan las frases “maten a la yegua”, “boludos, maten al pescado” y “mátenla”.
Estos hechos son muy serios. No solamente porque denota la vulnerabilidad de la seguridad aérea en nuestro país (una vez más), sino porque se puso en jaque, adrede, la seguridad de la presidente de la República. Mal que les pese a varios, Cristina Fernández de Kirnchner, con sus defectos y virtudes, es la primera mandataria de la Nación, elegida en elecciones libres y democráticas, y nadie debería siquiera soñar con la posibilidad de removerla sino a través de lo que dice la Constitución y la ley. Las diferencias de políticas, criterio, estilo o tonos fueron precisamente los argumentos esgrimidos por diversos grupúsculos que, disfrazados con uniformes de las Fuerzas Armadas y con apoyo -o no- de la sociedad, actuaron como aquellas guardias pretorianas que derrocaron a emperadores romanos, acabando con los mandatos de presidentes constitucionales. Cuando le preguntaron a la presidenta a quien se le podía atribuir este vil cometido, sabiamente respondió, a “los dinosaurios”.
La palabra dinosaurio tiene su etimología en el griego. Saurio quiere decir lagarto o lagartija, y deinos, terrible, poderoso, formidable. Hace más de 230 millones de años, estas criaturas dominaron la tierra, y a pesar de haberse extinguido 160 millones de años más tarde, siguen causando atracción y fascinación en la gente, estando presentes en casi todas las culturas del mundo.
Algunos años atrás, nuestro país se vio inmerso en un período siniestro. El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas se alzaron en el poder, dando inicio a uno de los momentos más oscuros de nuestra historia. La Junta Militar se arrogó el ejercicio del poder constituyente, el poder Ejecutivo y el poder Legislativo, y transformó la estructura social, económica y política de nuestro país. Imponiendo el miedo, el temor y dominando casi todos los ámbitos de la vida cívica, estos lóbregos personajes devastaron a la Nación, incluyendo a miles de desaparecidos, quienes “no existían” o “no tenían entidad”.
Hoy, la ciencia puede decir, casi con certeza, que los dinosaurios iban a desaparecer. Aun habiendo dos teorías principales (la que un meteorito de dimensiones enormes se estrelló contra la tierra y que los cambios que esto produjo en la tierra -temperatura, oscuridad, polvo- dieron muerte a estos reptiles, o la que sostiene que fueron cambios climáticos los que produjeron su ocaso), estos seres poderosos estaban destinados a desaparecer. Así son los ciclos de nuestro planeta. Algo similar escribió Charly García, con su lucidez de siempre, cuando se refería con Los Dinosaurios a esos tumultuosos años:
Los amigos del barrio pueden desaparecerlos cantores de radio pueden desaparecerlos que están en los diarios pueden desaparecerla persona que amas puede desaparecer.Los que están en el aire pueden desaparecer en el airelos que están en la calle pueden desaparecer en la calle.Los amigos del barrio pueden desaparecer,pero los dinosaurios van a desaparecer.
La pregunta que nos queda por hacernos es, ¿tiene razón Charly cuando dice que los dinosaurios van a desaparecer? ¿Han desaparecido?
Corren aires de justicia, mientras el Tribunal Oral Federal N° 5 está juzgando a 16 de ellos. Sin embargo, entre comunicación y comunicación, se escuchó, además del “maten a la yegua”, un segmento de una marcha militar. Parece todo una gran coincidencia…
Los dinosaurios van a desaparecer. Deben desaparecer. Lo que debe quedar es el respeto a la ley, y a todos los valores y fuentes que la inspiran. Nosotros, como sociedad, debemos apegarnos a ella, en todas sus formas (gran defecto argentino). A pesar de ello, y habida cuenta del último y doblez episodio en donde el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, desoyó una orden judicial, debemos exigir que los funcionarios de la administración y representantes del pueblo, hagan lo mismo.