El año pasado se fue, creo yo, dejando un aire positivo y optimista en el sentir de la gente. Se celebraron elecciones legislativas y se conformó el nuevo Congreso, con la percepción de una distribución de poder un tanto más equilibrada.
(Cuarto Intermedio – 21 de enero de 2010)- En el plano económico, aquel letal termómetro que mide la temperatura y el humor de la sociedad, la situación de reapertura del canje de deuda, reactivación, lluvias en las zonas agrícolas y la expectativa de un 2010 prometedor, contribuyeron a llegar al mes de enero del año corriente con una medida aceptable y por tanto una mayor tranquilidad. Sin embargo, Argentina no deja de ser una caja llena de sorpresas, y el descanso veraniego, aunque sea mental, fue interrumpido por la novela Presidencia vs. Redrado; un runrún que despertó curiosidades tales como el macrismo oponiéndose a la forma de pagar la deuda y adscribiéndose a la conformación de una comisión bicameral dispuesta a investigar la legitimidad de la misma, o a la conversión del otrora fiel y servil funcionario Hernán Martín Pérez Redrado (recordemos el pago con reservas al FMI y el giro de miles de millones de pesos al Tesoro) en héroe nacional por defender a capa y espada las reservas (¿o su sillón?) del Banco Central de la República Argentina. Adiós 2009, bienvenido 2010.A pesar de las posibilidades que nos ofrece este panorama para realizar una sagaz reflexión acerca de lo que siempre sostuve desde este espacio (la importancia de respetar la Constitución, las leyes y las formas), voy a permitirme, aun estando en los últimos días de enero, a comenzar el año de otra manera. En este caso me referiré precisamente al clima social y político que viví en mi corta pero reciente estadía en la República Oriental del Uruguay y en la República de Chile, respectivamente.Como muchos estarán al tanto, Uruguay y Chile han elegido presidente (y demás cargos en sus administraciones) a través de elecciones pacíficas en el marco de sendos procesos electorales. Debemos recordar, también, que los candidatos que resultaron ganadores son bien distintos en lo que su ideología y origen se refiere. Pepe Mujica, por un lado, fue guerrillero tupamaro y estuvo preso; Piñera, por otro, es un importante empresario que se capacitó en Harvard, cuyo hermano trabajó para el gobierno de Pinochet. Mujica encabeza la centroizquierda uruguaya; Piñera, la centroderecha chilena. Ambos resultaron ganadores en una segunda contienda electoral, derrotando a sus opositores por márgenes estrechos. Sin embargo, los mensajes que transmitieron, lejos de provocar crispación, llamaban a la unión nacional y a la necesidad de trabajar en conjunto, en el marco de las diferencias con los movimientos opositores, para llevar a Uruguay y a Chile hacia delante. Las frases somos todos uruguayos, o la invitación a formar un gabinete de unidad, fueron palabras que el viento no se llevó.¿Cómo empezaste el año? "Bien", respondió la célebre escritora Beatriz Sarlo. “Lo comencé en Uruguay”, dijo. Lo mismo sentí yo: la gente contenta, a la expectativa, pero con la certeza de que nada extraordinario iba a ocurrir. En Chile, durante el fin de semana de la votación, las personas con quienes conversé me manifestaron que su confianza en que el rumbo fundamental de su país no sería modificado. Se hablaba de esperanza en continuar por la senda del progreso (y como nota al pie me permito agregar que a las 18.30 hs ya se conocía el resultado oficial de la elección).Ambos países tuvieron períodos oscuros. Ambos lloraron un número injustificado de muertos. Sin embargo, se llegó a la situación actual a través del entendimiento fundamental que el respeto a las normas es importante, que el interés primordial de los funcionarios de la administración es velar por su cumplimiento, y bregar por mejorar la calidad de vida de la gente, y que las políticas de estado y las instituciones deben trascender a las personas.Mi pregunta es: ¿no podemos nosotros, los argentinos y argentinas, sociedad con buenos niveles de educación y cultura, hacer lo mismo?