Zorba el argentino

Suele escucharse que el tiempo cura todo. Un hombre de noventa y dos años, cuya memoria le jugó una mala pasada, me dijo “el tiempo... Por Cuarto Intermedio

Suele escucharse que el tiempo cura todo. Un hombre de noventa y dos años, cuya memoria le jugó una mala pasada, me dijo “el tiempo borra los nombres”. Tal vez sea cierto, y quizá no tan problemático como algunos digan.

(Cuarto Intermedio – 7 de mayo de 2010)- Sin embargo, que la Argentina haya resucitado como el ave fénix, no debería ser causa suficiente para eliminar de nuestra memoria colectiva la crisis de 2001-2002, y los años inmediatos que la precedieron. Especialmente si pretendemos un futuro próspero con estabilidad.Paul Krugman, premio Nóbel de economía en 2008, escribió en The New York Times una nota titulada “Final del juego para Grecia”. Allí, sostiene que las predicciones que sugieren que Grecia necesitará reestructurar su deuda son demasiado optimistas. Krugman cree que esta propuesta, sumada a un severísimo ajuste en el gasto público, no alcanza para darle impulso a la economía, que ésta vuelva crecer, y así poder cerrar sus déficits. Sostiene que el único camino para recuperar el crecimiento económico es aumentar las exportaciones, pero esto sólo puede darse en un contexto en donde los costos griegos sean significativamente menores con relación a aquellos del resto de Europa. En otras palabras, aumentar la competitividad. Para lograr este cometido, una opción es la reducción generalizada de salarios. Dado que esto resulta inviable, la otra alternativa es una devaluación, es decir, abandonar el euro.Ahora bien, sólo imaginar el rumor o la fehaciente posibilidad de que eso ocurra, podría disparar un pánico tal, que la idea de una corrida bancaria generalizada no sería para nada descabellada. Y, si los bancos no dan abasto, sumado a un ataque especulativo contra el euro (que de por sí se encuentra en valores bajísimos), tenemos frente a nosotros una situación más que compleja. Hemos visto ya manifestaciones, muertos y quemas de bancos y edificios públicos en Atenas. Krugman concluye que la situación se parece mucho a la Argentina en 2001. ¿Pura casualidad?“El tiempo borra los nombres”. Quizá el lector se pregunte por qué el viaje de Grecia 2010 a Argentina 2001. Pues bien, no es meramente un intercambiado de números. Me parece que debemos tomar el toro por las astas y sincerarnos. Abordar los temas espinosos, y discutir soluciones duraderas con sentido común. Estamos lejos, por suerte, de repetir la situación griega. Pero la inflación está cerca de desbordarse, como también lo está el gasto público (inclusive en un año no electoral). Aun no tenemos una ley de coparticipación, comienzan a asomar los déficits provinciales, no hemos creado un fondo anticíclico a la chilena, el gobierno no consensúa el uso de reservas para pagar deuda y la oposición pretende, como venganza, modificar el impuesto al cheque de la noche a la mañana.Es necesaria una planificación seria, y pasar del escenario recién descripto a la discusión acerca de si asignarle más recursos a educación o a salud, qué planes de seguridad necesitan qué recursos, y cómo se pagará la deuda.Para algunos, el recuerdo de los años 2000 y 2001 puede haber comenzado a borronearse. Sin embargo, es importante el orden económico. No vaya a ser que, como en Argentina en 2000, y en Grecia en 2009, creamos que lo peor no puede suceder.