San Martín, Nueva York y la Argentina

Se debate en estos días algo que, a simple vista, podría parecer un tanto trivial: la construcción de una mezquita. Al acercarle la vista al... Por Cuarto Intermedio

Se debate en estos días algo que, a simple vista, podría parecer un tanto trivial: la construcción de una mezquita. Al acercarle la vista al asunto, se ve que la construcción de la mezquita esconde (y ofrece) una interesante serie de conceptos.  

(Cuarto Intermedio – 18 de agosto de 2010)- No se trata de un mero debate neoyorquino, sino más bien, de una idea que puede retomarse en la semana cuando se recuerda a uno de los próceres más grandes, el General José de San Martín.La historia es la siguiente. Hace casi nueve años, el 11 de septiembre de 2001, el mundo cambió. Si cambió para siempre, o no, sólo lo dirá la historia. Lo que sí se sabe, a ciencia cierta (vaya ciencia), es que el atentado a las torres gemelas dejó su impronta en Afganistán (de esto ya he comentado algo) y en todo el mundo contemporáneo. Puede que esta reyerta entre el Islam y occidente haya puesto fin a (y comenzado con) la historia; Huntington o Fukuyama podrán dar cuenta de ello.Once años más tarde, la zona de Ground Zero dará a luz a un nuevo edificio, diseñado por el afamado arquitecto Daniel Libeskind. One World Trade Center, como se llamará, será simbólico por estar sobre un lugar signado por vidas truncadas, vidas únicas e irrepetibles, pero también ocupará el cielo de la ciudad, algo tan particular e icónico del bajo Manhattan.Ahora bien, el debate por la mezquita de Ground Zero continúa, independientemente de que no queda en Ground Zero, sino dos cuadras al norte del sitio en donde se erigían las Torres Gemelas. Park51 será un edificio que, además de cobijar una gran sala de rezos -que califica como una mezquita-, tendrá aulas, un auditorio, galerías, un restaurante, un memorial a las víctimas del 11 de septiembre, una pileta de natación y un gimnasio. Y todo ello en una zona de la ciudad rodeada por restaurantes, comercios (de electrónica, pornografía, etc.) iglesias, oficinas y demás ingredientes de la Gran Manzana. El lugar de Park51 tampoco se ve desde Ground Zero…Algunas voces del partido Republicano -como Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara de Diputados del Congreso- se han alzado en contra de la construcción de este edificio, argumentando que se trata de un triunfalismo islámico que pretende socavar la civilización de aquel país; dice además que mientras no haya sinagogas o iglesias en Arabia Saudita, no debería haber mezquitas cerca de Ground Zero. Sarah Palin, quien fuera candidata a vicepresidente por el mismo partido, sugirió que no debería construirse para no herir los sentimientos de aquellos familiares y amigos de quienes perecieron en ese ataque. Algunas asociaciones judías han adherido a la línea Palin, haciendo referencia al holocausto. Inclusive se debate si Park51 es equivalente a la iniciativa, hace más de 25 años, de establecer un convento carmelita en las vecindades de Auschwitz, en un edificio que entonces funcionó como depósito de Zyklon B. Hendrik Hertzberg, escribiendo en The New Yorker, sostiene que en lo que a políticas públicas se refiere, la angustia no es mejor consejera que la intolerancia.Días atrás, luego de que una comisión aprobó por unanimidad la construcción de Park51, Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, dijo que “no siempre estaremos de acuerdo con nuestros vecinos. Así es la vida. Y eso es parte de la vida en una ciudad tan diversa como densa. Pero también reconocemos que parte de ser neoyorquino es vivir con nuestros vecinos en respeto mutuo y tolerancia. Fue precisamente ese espíritu de aceptación y apertura que fue atacado el 11 de septiembre”. Brillante.¿Adónde está la batalla que la sociedad y la dirigencia política argentina debe librar? ¿Está en el Hades, cuando se lucha por un cargo y por el corto plazo, o en la necesidad de salvar todo obstáculo en pos de lograr un mejor bienestar, y duradero?Bien válido es el ejemplo de José de San Martín que, entre luchar contra algún caudillo local, eligió batallar en Chile primero, y en Perú después. Sabía que allí estaba el centro de poder español, y sólo derrotando aquel núcleo, la libertad sudamericana estaría a salvo.