Señora: ¿se acuerda de la historia?

La ignorancia, la intolerancia y el desatino han sido, entre otras cosas, la semilla que dio lugar a la germinación del odio; numerosas son las... Por Cuarto Intermedio

La ignorancia, la intolerancia y el desatino han sido, entre otras cosas, la semilla que dio lugar a la germinación del odio; numerosas son las sociedades que han padecido este virus, racial o ideológico; la historia lo demuestra, desde las persecuciones a los cristianos al holocausto…

(Cuarto Intermedio – 29 de septiembre de 2010)- Los judíos, en particular, son un pueblo sufrido, que a lo largo de la historia ha soportado numerosos hostigamientos y más de un intento de ser borrado del mapa. Fue la ignorancia, la intolerancia o el desatino aquello que, disfrazado de un afán conquistador o una lucha contra los herejes, llevó a los romanos a sitiar Jerusalem o a los católicos a constituir los tribunales de la santa inquisición.Mark Twain, en un artículo para Harper’s New Monthly Magazine publicado en 1899, sugiere que en realidad no es el fanatismo lo que explica el tesón contra los judíos, sino más bien que los cristianos (hablaba de la sociedad europea) no pueden competir con ellos. Los judíos, siendo una minoría, controlaban los bancos, la minería, los comercios, las propiedades de mayor valor y los contratos con las ciudades. Ahora bien, la imposibilidad de competir puede derivar en una de dos decisiones. O se trata de suprimir a quien detenta las posiciones que se desean ocupar, o se aprende de él compitiendo sanamente, en pos de un espíritu superador. Pero para tomar el segundo de estos caminos, se necesita tener una mente abierta y educada.En lo que a lo vernáculo se refiere, tal vez una de las medidas republicanas más recordadas del ex Presidente Néstor Kirchner sea el Decreto 222/03. Allí, estableció un mecanismo de autolimitación y preselección para el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, aun teniendo las atribuciones para no hacerlo. Fue Kirchner quien con este mecanismo nombro a Zaffaroni, a Lorenzetti, a Highton de Nolasco y a Argibay. La actual Corte Suprema es tal vez la mejor de su historia, integrada por jueces probos e idóneos.Por eso llama poderosamente la atención, la sucesión de hechos que tuvo lugar en los últimos días, en donde se convocó a una marcha en defensa de la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Se adujo que estaba suspendida y que la Corte le responde al grupo Clarín. En el atril, la señora de Bonafini, otrora militante por los derechos humanos, trató a los jueces de turros y de recibir sobres con plata, los instó a renunciar si no defienden al pueblo y llamó a tomar los tribunales si así fuere necesario.Parecería ser que ni esta señora, ni los funcionarios que se encontraban presentes en el escenario (entre quienes estaba Gabriel Mariotto, a cargo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, un órgano que por su naturaleza debería ser plural y abierto), ni los concurrentes al acto, se percataron de que la ley está plenamente vigente y que sólo un artículo (el 161, que habla de la desinversión) está momentáneamente suspendido mediante una medida cautelar. Tampoco habrán estudiado la historia jurisprudencial de la Corte, que muestra que este tribunal jamás hizo lugar a medidas de este tipo, dado que sólo se expide acerca de las cuestiones de fondo. La confusión es grande. Se miente y se desinforma respecto de la ley, se cometen actos de sedición, y se ataca a los mismos jueces que en su momento fueron propuestos, defendidos y nombrados por Kirchner, el líder natural de los presentes a la citada marcha.La historia está llena de ejemplos que demuestran que la ignorancia, la intolerancia y el desatino llevan a cometer actos, cuanto menos, incorrectos. La señora de Bonafini, junto a todo el séquito que la acompañaba, debería ofrecerle a la sociedad algo más que la mentirosa demostración que montó; tal vez un mayor grado de respeto y cordura sea un buen comienzo.