Hace un poco mas de una semana el matutino La Nación, quejándose amargamente por sus desdichas, hizo alusión a la publicidad oficial y al reparto antojadizo que el gobierno nacional hace de la misma.
(Cuarto Intermedio – 25 de enero de 2011)- El día posterior, uno de los matutinos aludidos (Ambito Financiero) hizo un fuerte descargo en su portada acusando a La Nación de algunas arbitrariedades en las que suele caer su línea editorial.Ayer, inesperada e inexplicablemente, La Nación publicaba en su portada un artículo acerca del patrimonio declarado ante el Senado de la Nación por los propios senadores, encolumnándolos en función de sus acreencias patrimoniales. Además, hacía una referencia a lo que pretende demostrar como un profundo trabajo de investigación y perseverancia que da sus frutos luego de 75 días de gestión. Si bien es difícil dilucidar cual es la noticia o la tarea de investigación sobre dichas declaraciones, el trabajo se torna imposible de comprender en el caso del senador Carlos Verna, a quien estigmatizan como el segundo legislador mas rico del Senado tomando como base sus declaraciones de bienes. El error de lectura de las simples planillas del Senado es tan brutal, que cuesta entender que se pueda llevar a la portada de tan importante matutino el trabajo de semejante ignorante (salvo que no sea ignorancia lo que privó en dicho concienzudo trabajo, sino otra cosa).Es por ello que resulta difícil comprender que esa noticia sea la que ocupe la primera plana y más aun, que la aclaración sea de un tamaño mucho más ínfimo en la página 7 (y lo que es peor, aduciendo error de presentación del propio Senador). En definitiva, lo que el periodista hace es sumar australes, pesos argentinos (o Ley 18.188), como si fueran pesos de la actualidad, olvidando la catralada de ceros que fueron suprimidos y adjudicándole a Verna, en lugar de los menos de 3 millones de pesos de su declaración, la friolera de 63 millones de pesos.Los “errores” de este matutino son ya un clásico y si bien la libertad de prensa es un preciado bien que todos amamos, debemos convenir que el uso irresponsable de la misma nos conduce a este tipo de arbitrariedades que causan un daño de reparación extremadamente dificultosa, o a la sazón imposible.