Causas compartidas

Hasta la semana pasada, la mayor parte de las explicaciones de las protestas en el mundo árabe tenían un enfoque descriptivo y comprensivo. Hoy, se... Por Cuarto Intermedio

Hasta la semana pasada, la mayor parte de las explicaciones de las protestas en el mundo árabe tenían un enfoque descriptivo y comprensivo. Hoy, se añade un componente: la futurología. ¿Quién será el próximo país que deba responder al reclamo de su pueblo con un cambio de  régimen, o reformas profundas?

(Cuarto Intermedio – 28 de febrero de 2011)- En poco, poquísimo tiempo, cayó el presidente de Túnez, siguió Mubarak en Egipto, la familia real de Bahrain se comprometió a generar espacios de participación y democracia en aquel país, y Libia está sumida en un estado cuasi-revolucionario. Es cierto, puede que todo sea una apariencia. Que el primer ministro Mohamed Ghannouchi, interinamente a cargo del gobierno tunecino, no logre liderar una transición ordenada. Que los militares a cargo de Egipto no tengan interés en que el próximo Presidente se encargue de mejorar la calidad de vida de la gente, y sólo se asegure la defensa de sus intereses económicos. Que los Al Khalifa en Bahrain prometan mucho y cumplan poco. Y sí, que Gaddafi continúe atrincherado en Trípoli, disparando y bombardeando a mansalva al pueblo -desarmado- que dice liderar. Casi como una vacuna, la demanda por más y mejor democracia se extendió por los citados países, repercutió en Yemen, Jordania y Marruecos, y quién sabe cuando se detendrá (¿cuándo estos países le ofrezcan a su gente un proceso tangible de desarrollo?).Al comienzo de este periplo revolucionario, había cierto miedo de que el vacío de poder fuese rápidamente ocupado por grupos radicalizados, algunos de ellos considerados terroristas. Sin embargo, Paul Pillar, estudioso del terrorismo y Medio Oriente en la CIA y actual profesor en la Universidad de Georgetown, sostiene que la democracia es mala noticia para los terroristas. Dice que a medida que la gente pueda expresar sus penas y anhelos mediante canales pacíficos, es menos probable que se vuelquen a la violencia.¿Por qué caen (o casi) estos gobiernos, como fichas de dominó? Precisamente por esto. Por la imposibilidad de expresarse; por saber que sólo manifestándose con fervor en la calle el status quo puede cambiar. Por demasiada opresión y corrupción. Por demasiados ciudadanos de 2ª clase.Y aquí es adonde se me ocurrió darle una vuelta al asunto, preguntándome si, salvando las distancias, compartimos algunas de las causas que llevaron a los pueblos árabes en cuestión a la protesta.Y la respuesta es sí. Independientemente de los logros de los últimos tiempos (ordenamiento de la deuda, reconstrucción de la figura presidencial, expansión económica, Corte Suprema prestigiosa), años de crecimiento a elevadas tasas no han impedido que la miseria se propague. Se toman las calles y se toman parques, independientemente de los derechos de otros. Constantemente, se manipula la información a través de medios afines, y se intimida a quienes piensan diferente.Estos días comenzó a circular la idea de que el kirchnerismo pretendería reformar la constitución en busca de la reelección indefinida. Esto sólo -a momentos del discurso presidencial en el Congreso que inaugura las sesiones ordinarias- genera la sensación de que la administración no escucha al pueblo, que clama por seguridad, crecimiento sin inflación, mejor educación, mejor salud y mejor justicia.Si el pueblo argentino saldrá a la calle como lo hicieron los tunecinos, egipcios o libios (que literalmente continúan dando su vida por un país más justo), no lo se, a pesar de que tenemos la plaza y el voto al alcance de nuestra mano. Lo que sí se, es que oficialistas o no, hay ciertos valores que no nos pueden dar lo mismo.