Esa es la cuestión, si el amanecer árabe continúa, o no. ¿Contribuirá la muerte de Osama Bin Laden, el terrorista más buscado de los últimos 10 años, a la construcción de un mundo más seguro, y al fortalecimiento de regímenes más libres?
(Cuarto Intermedio – 4 de mayo de 2011)- ¿O en realidad su muerte esconde el nacimiento de 10 o 100 Osamas, que amedrentarán la vida de millones de inocentes con tácticas viles y asesinas? Es una buena pregunta, cuya respuesta, por lo prematuro de la situación, carece de suficiente análisis. Todavía no queda claro si el golpe perpetrado por tropas de élite de las fuerzas armadas estadounidenses afecta el corazón operativo de la red terrorista Al-Qaeda, o si la muerte de su líder, su ícono y fundador, y máximo referente del fundamentalismo islámico contra los EE.UU., es en la práctica un símbolo más que otra cosa. Los festejos del pueblo de los Estados Unidos, las declaraciones del presidente Obama… ¿inspirarán a nuevos combatientes, o su halo romántico de resistencia y lucha se verá desvanecido? (Aquí algunas notas interesantes sobre la muerte de este hombre, por Steve Coll para The New Yorker: http://nyr.kr/l1Qb16).Este evento tiene una dimensión tal, que se discute sobre esto y se habla sobre qué países congratularon a la potencia del norte, y cómo lo han hecho. Claramente, en situaciones como esta, o se está de un lado o se está de otro. No hay grises. Y aquí, vale la felicitación al gobierno argentino, que manifestó con claridad su rechazo a las acciones y métodos criminales utilizados por Bin Laden. Tal vez faltó subrayar el rol de Estados Unidos (probablemente a raíz de anacrónicos debates ideológicos aún no resueltos), pero el mensaje, para nuestro país, que sufrió dos sangrientos atentados en carne propia, fue contundente.Precisamente porque no es un hecho común, la muerte de Osama puede ser enmarcada dentro del análisis de las revoluciones árabes. En este mismo espacio analicé y propuse numerosas reflexiones acerca del significado del levantamiento tunecino, el cambio de gobierno (por ahora no de régimen) en Egipto, la revolución Libia y los movimientos a favor del cambio en Yemen y Bahrain; en Marruecos y en Jordania. Hoy se le suman dos condimentos adicionales. Por un lado, el acuerdo entre Hamas y Al-Fatah en los territorios palestinos (de cara a negociar un camino de paz con Israel); por otro, la muerte de Osama Bin Laden. Pues bien, da la sensación de que de alguna manera, todas aquellas reivindicaciones a favor de la libertad deberían ganar fuerza. No hace falta entablar relaciones carnales con Estados Unidos, pero sí hace falta estar contra Al-Qaeda. Por el contrario, quienes ven la figura muerta de Osama como un mártir o un luchador santo (ej. Hamas), automáticamente convalidan sus asesinatos y su terror. ¿Después cómo se hace para plantear un camino de paz? Habrá que ver cómo se reacomodan las piezas en el tablero de ajedrez; de qué manera los países y los pueblos eligen (y determinan) sus destinos. El hecho de que una encuesta difundida por The Economist sostenga que el apoyo a Bin Laden en muchos países musulmanes venía declinando notoriamente (http://econ.st/jvjU18), tal vez sea un indicador más de la oportunidad que tienen los países árabes en cuestión para dirigirse hacia más libertad y mejores oportunidades de vidas para su gente.Sin dudas, un mundo sin Bin Laden es un mundo mejor. No se me ocurre cómo interpretar a quien no lo entiende así. A aquellos líderes (en Egipto, Yemen, Túnez, Palestina) que pueden torcer (para bien) el rumbo de su historia, este momento les presenta la gran oportunidad. Les ha llegado su hora.