El anuncio y lo que viene

Al fin, lo anunció. En un acto pensado y planeado con meticulosidad abusiva, la Presidenta de la nación anunció que se someterá a las urnas... Por Cuarto Intermedio

Al fin, lo anunció. En un acto pensado y planeado con meticulosidad abusiva, la Presidenta de la nación anunció que se someterá a las urnas y competirá por un nuevo mandato.      

(Cuarto Intermedio – 23 de junio de 2011)- En el mismo lugar donde supo estar la capilla ardiente del ex Presidente Néstor Kirchner (nótese el simbolismo), la Presidenta sostuvo que siempre supo lo que tenía que hacer, y que aspiraba a convertirse en un puente entre las generaciones jóvenes y veteranas.La Presidenta sólo desconcertó a los soñadores y a los incrédulos. ¿Acaso algún peronista abandonó el poder teniendo la posibilidad de continuar ejerciéndolo? Los rumores acerca de la salud presidencial, de la presión de los hijos, de querer irse como Bachelet, no hacía otra cosa que deslizar una expresión de deseo de algunos sectores. “Las terceras partes nunca fueron buenas, y ella lo sabe”, me dijo una diputada de la oposición, aludiendo al tercer peronismo y al intento menemista por la re-reelección y la posterior aventura electoral en 2003. No, señores, no. El anuncio era sólo una cuestión de días, y ocurrió en el marco del lanzamiento del (muy necesario) plan “LCD para todos” a días de la Copa América, un martes (pensando en la tapa de los diarios del miércoles), y sin anunciar el candidato a vicepresidente (para ocupar nuevamente la tapa de los diarios, probablemente el fin de semana). La sagaz pluma de Jorge Asís así lo sugiere, por dos motivos. Uno, para desplazar a Schoklender de las primeras planas de los periódicos. El otro, el miércoles por la noche jugó River por la promoción (y vaya si ocupó las tapas).Pero cómo, ¿meticulosidad abusiva? Cabe señalar que se utilizó la cadena nacional para el citado anuncio. Sí, se usa y abusa de recursos del Estado (no del gobierno) para actos partidarios, y no es ésta la primera vez, claro está. Y no es sólo eso. El pasado lunes, por ejemplo, en el acto que tradicionalmente se realiza en el monumento a la Bandera en Rosario, sólo habló la Presidenta. No lo hicieron ni Binner (gobernador de Santa Fe), ni Lifschitz (intendente). La TV pública casi no capturó las imágenes de los opositores (como suele ocurrir), y La Cámpora se dedicó a insultarlos. Era un acto de Estado (y sólo es un ejemplo), que debería haber abrazado a todo el país.Van 8 años de kirchnerismo. Y como siempre digo, aborrezco la oposición por la oposición misma; aquella que se queja y nada más, la que sólo señala lo malo y jamás se involucra. Van 8 años, y hay muchas cosas rescatables en este tiempo: la Corte Suprema, la reconstitución de la autoridad presidencial, el crecimiento económico, la renegociación de la deuda externa, la reivindicación de los derechos humanos. Pero los ciclos en la política argentina pocas veces se regeneran, y por ende comienzan a cargar al debe: a la mentira de la inflación (e intervención del Indec), el aumento desmedido del gasto público, la agresión verbal continua y la violencia institucional (al vicepresidente y a las reformas del Consejo de la Magistratura y a la ley de Administración Financiera), ahora debemos sumarles episodios de corrupción escandalosos (Schoklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo). Y allí en el tiempo quedan también el caso Skanska y la valija de Antonini.Tampoco es novedad que la oposición es un mero atisbo de un rayo de sol en un día nublado. Parte de la explicación podría adjudicarle mérito al kirchnerismo, que hábilmente desarticuló a sus competidores. Por otro lado, alguna razón debe haber para que Ricardo Alfonsín o Elisa Carrió no logren cautivar al electorado. Del lado de los peronistas federales con algún conocimiento popular tenemos a Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá. El primero, comete lo que él mismo le confiere a la Presidenta (un “error histórico”), dado que tras haber pasado por los cargos más importantes de la política argentina, no supo construir una alternativa moderna y vigorosa para la sucesión. Y el Alberto, como se lo conoce al gobernador de San Luis, no logra trascender las fronteras de un círculo muy pequeño.¿Qué destino nos espera, país? Buena pregunta. No es tan sencillo saberlo, dado que el oficialismo no asume la inflación, la inseguridad, la corrupción y el orden federal e institucional como temas a atender, y tampoco lo dicen con claridad los candidatos a presidente de la oposición.Como suele suceder, difícilmente tengamos una visión a mediano y largo plazo, en donde privilegiemos la estabilidad, la defensa de la libertad, la protección de derechos de todos los ciudadanos, la creación de valor y la búsqueda de una mejor república. Pero, ¡a no desanimarse! Tenemos un instrumento importantísimo: el voto, que nos permitirá consolidar el rumbo, o proponer una alternativa que ofrezca ciertas correcciones -en teoría- superadoras.