Primer frente de tormenta para Galuccio en YPF

El nuevo director de YPF está atravesando por serios inconvenientes para formar su equipo de trabajo en el directorio de la empresa. Y no es... Por Cuarto Intermedio

El nuevo director de YPF está atravesando por serios inconvenientes para formar su equipo de trabajo en el directorio de la empresa. Y no es precisamente por la falta de candidatos, sino porque hasta ahora ninguno de ellos se imagina compartiendo la mesa chica con integrantes de La Cámpora.

Tras la flamante expropiación de las acciones de YPF, el gobierno nacional rápidamente desplazó al directorio de la empresa española Repsol; designó a los interventores (Julio De Vido y Axel Kicillof) y envío el proyecto de nacionalización de la petrolera al Congreso de la Nación, que lo aprobó con el respaldo en general de ambas Cámaras legislativas.

Luego, una vez promulgada la ley, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner repatrió de Londres al ingeniero entrerriano Miguel Galuccio (de amplia trayectoria en el sector petrolero), para que se haga cargo de la gerencia de la nueva YPF y también para revertir su magra actualidad financiera y operativa.

Pero como reza el dicho, “hecha la ley, hecha la trampa”. Y aunque parezca increíble, el gobierno nacional terminó siendo víctima de su propia ley. ¿Cómo es eso? Simple: más allá de lo que se informe a través de los medios de comunicación oficialistas, la flamante compañía estatal carece de rumbo cierto, y es al día de hoy que pese a la rapidez con la que un nutrido grupo de integrantes de La Cámpora se movió para ocupar varias de las sillas tras el desplazamiento de los españoles, todavía no se logró cubrir ninguno de los espacios técnicos en la cúpula de la empresa que, en definitiva, son los que motorizarán los pasos a seguir que se hagan en YPF de ahora en adelante.

“Está la carrocería pero falta el motor. Es decir, la empresa se llenó de militantes políticos y no de técnicos, estos últimos, piezas fundamentales para la puesta en funcionamiento de YPF”, admitió en off un dirigente cercano a la compañía. Es que Galuccio está teniendo serios problemas para conformar el staff técnico-profesional que lo rodee para encarar su gestión y, de momento, nadie pretende siquiera estar en la consideración del nuevo gerente de la petrolera.

Las razones por las cuales los entrevistados o potenciales convocados por Galuccio, que agradecen el ofrecimiento pero inmediatamente declinan, son básicamente dos (que no por escasas son menores): el clima de trabajo no sería el ideal, puesto que interpretan que la empresa, como consignáramos más arriba, no está integrada en su mayoría por personal idóneo que se encuentre a la altura de las circunstancias para revertir los números negativos, dado que la presencia de La Cámpora, con Axel Kicillof a la cabeza, hacen dificultosa cualquiera de las decisiones por el alto grado de verborragia que ostentan. La otra, ya de índole económica, pasa por el vacío en “la caja” de la compañía. Es decir, el pasivo de sus cuentas, que se traduce en serias complicaciones a la hora de realizar inversiones tanto para la exploración como para la explotación del petróleo (por ejemplo, la apertura de un pozo puede ir de uno a seis millones de dólares, según la profundidad que tenga).

Según pudo averiguar Cuarto Intermedio, ya fueron más de dos las personas que accedieron a entrevistarse con Galuccio para escuchar las propuestas con las que intentó sumarlos al directorio de YPF. No obstante y por las razones ya descriptas, las respuestas escuchadas fueron negativas para los oídos del entrerriano.

Ya sin opciones de volver en sus pasos luego de aceptar la gerencia de la ahora petrolera estatal, Galuccio montó una suerte de “operativo de seducción” para poder rodearse en lo más alto del directorio con personas de su confianza. Por lo pronto, ya pudo encontrar quien le cubra su espalda en lo que a imagen respecta: la consultora Doris Capurro, quien en su momento había sonado para ocupar la oficina de Asuntos Públicos de YPF, asumió la responsabilidad de mantener intacta la reputación de Galuccio frente a la opinión pública y, sobre todo, ante la mirada de los medios de comunicación.

Dentro de la mina de “oro negro” que el gobierno creyó haber vislumbrado en YPF, la realidad les terminó mostrando que en su interior solo había una “papa hirviendo” que, más que difícil, les está resultando casi imposible de agarrar.