Lección de hipocresía II: Jorge Yoma

No extraña por estos días que el diputado Jorge Yoma, presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara baja, venga acaparando los micrófonos de... Por Cuarto Intermedio

No extraña por estos días que el diputado Jorge Yoma, presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara baja, venga acaparando los micrófonos de los principales programas políticos durante el “prime time” para despotricar a los cuatro vientos contra ese kirchnerismo que supo reciclarlo y meterlo nuevamente de lleno en la arena política.

De hecho, Yoma optó por “cruzar de vereda” (como tradicionalmente se dice para aquellos que abandonan partidos, bloques y hasta ideologías) hace ya algunos unos meses, cuando el oficialismo comenzó a ser cuestionado no solo por la prensa, sino también por la sociedad, en ocasión que se instalaba el debate acerca de una posible reforma constitucional para, entre otros cuestiones, habilitarle un nuevo mandato a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo y tal como se mencionó al principio, ya no son de extrañar estos bruscos golpes de timón que suele dar el legislador riojano de tanto en tanto, puesto que forman parte de su “ADN político” (ver: https://cuartointermedio.com.ar/wordpress/2013/01/yoma-fidelidad-y-contraindicaciones/).

Pero los mencionados “cruces de vereda” del legislador no obedecen a una circunstancia, sino que más bien se remontan a la década del 80´, cuando por aquel entonces Yoma hacía su arribo a la Capital Federal como asesor del senador nacional Libardo Sánchez, un experimentado dirigente justicialista que además se desenvolvió como vicegobernador de Carlos Menem en La Rioja, previo al golpe militar de 1976. Fue en ese momento, que aprovechando la figura y contactos de su mentor, Yoma comenzó a erigirse en la política hasta poder alcanzar una banca en el Congreso de la Nación promediando los 90´, donde el riojano pareció haber interpretado que para continuar con su escalada en la función pública, debía codearse con el poder de turno sin importar el precio. Y así fue: quienes transitaban los pasillos del palacio legislativo por aquellos días, recuerdan su automática incondicionalidad para con el menemismo ni bien comenzó su mandato. “Se olvidó de todo y de todos. Sobre todo de Libardo, quien fue el que le dio la oportunidad de meterlo en la política de lleno cuando lo trajo con él para el Congreso. Lo menos que le dijo, fue traidor…”, aseguran.

De la misma manera y con el paso de los años, “el negro” (como es apodado por quienes lo tratan cotidianamente), hizo lo propio con los gobiernos de Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La estrategia, calcada si se quiere, viene dándole sus frutos, dado que siempre encontró la “hendija” para no quedar fuera del circuito: desde 1990 a la actualidad, pasó por ambas cámaras legislativas nacionales; fue Ministro de Gobierno y Justicia de su provincia, integró el Consejo de la Magistratura, y hasta fue embajador en México por tres años.

No obstante, no todo el crédito debe llevárselo su cintura (y frialdad) para saltar de un “proyecto” a otro, sino que también se las ingenió para valerse de una poderosa herramienta para que su apellido prevalezca en casi todas las agendas de los medios de comunicación: la información. Es que Yoma entendió desde un principio, que su ascenso en la función pública no fue producto de su “peso específico” como dirigente, sino más bien de los trascendidos o datos que obtenía de primera mano al codearse con el poder desde el lugar de privilegio que le proporciona trabajar para el Estado. Incluso, hay antiguos compañeros de bancada, que por lo bajo comentaban que “el negro” era capaz de “vender hasta a su abuela” con tal de dar un título o de salir en un programa de radio o televisión.

Ahora y aprovechando la agitación por la reforma judicial pregonada por la Casa Rosada, Yoma parecería haber trazado un nuevo objetivo (o “plan B”) para no pasar al olvido luego de agotar el crédito con el oficialismo tras despotricar en los medios de comunicación contra el espacio al que supuestamente pertenecía. Esa nueva meta, al parecer, sería la de estrechar un vínculo más cercano (como lo hizo en aquel entonces durante el gobierno de Carlos Menem) con la Corte Suprema de Justicia. Y es que no solo dio las primeras señales al manifestarse en contra del proyecto gubernamental por el “avance” sobre la Justicia, sino que también salió airosamente a defender la envestidura de los miembros del máximo tribunal: “No tengo dudas de la honorabilidad de todos los jueces de la Corte Suprema de Justicia y de la honestidad intelectual en cada uno de sus fallos”, manifestó recientemente luego de que Elisa Carrió denunciara un “pacto espurio” entre la Presidenta y Ricardo Lorenzetti.

Si bien la circunstancia actual está en las antípodas de aquella vez en la que el riojano se ganó el beneplácito de los antiguos ministros de la Corte al poner a disposición su camioneta familiar Caravan para ocultarlos de una reunión secreta llevada a cabo en su departamento de la avenida Olleros (ver: https://cuartointermedio.com.ar/wordpress/2010/10/1424/), “el negro” ya hizo un primer “approach” a través de la prensa con la premisa de llamar la atención de las autoridades de Talcahuano 50. De lograrlo, claro, será el tiempo y el contexto quienes decidirán cuándo será apropiado “calentar” nuevamente las sillas de los programas de televisión para dar el próximo e imprevisible salto.