Modestia, por favor…

La boda de la hija del empresario Nicolás Caputo que se realizó en un exclusivo balneario de Punta del Este contó con la “alegre” asistencia del ex Presidente Mauricio Macri. A raíz de ello y en los tiempos de crisis que se vienen sosteniendo desde su gestión, resulta un tanto ofensivo para la población a la que le pidió “esfuerzos” para sacar al país adelante verlo formar parte de semejante evento.  Por Cuarto Intermedio

La gran celebración que se llevó a cabo en Punta del Este con motivo del casamiento de la hija del empresario Nicolás Caputo fue, a todas luces, digna de ensueño: con la playa como mismísimo escenario y el sonido de las olas del mar de fondo, la flamante pareja dio el sí frente a familiares e íntimos. Luego, continuaron los festejos en uno de los restaurantes más tradicionales de la zona.

No obstante, la felicidad proveniente de ese majestuoso evento no fue percibida como tal del otro lado del “charco”, y no precisamente por la unión celebrada, sino más bien por la presencia de algunos de los invitados que hasta hace apenas un puñado de meses le pedían a la sociedad que realizara “esfuerzos” mientras la empobrecían y endeudaban su futuro pero con la firme promesa de que los tiempos venideros iban a ser mucho mejores. Era, una suerte de “hambre para hoy y pan para mañana”.

Es por eso que la asistencia del ex Presidente Mauricio Macri y también la de otras figuras que supieron acompañarlo durante su gestión -algunos hoy por hoy cumpliendo funciones en el Parlamento o en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires- de seguro no fue tomada de la mejor manera por las miles y miles de familias que día a día ven comprometido su presente, producto de esos “esfuerzos” a los que los fueron sometidos por su administración en los últimos cuatros años.

Mientras unos cancelaban sus descansos de verano para poder hacerle frente a las deudas, u otros veían reducidos los mismos o alterando sus destinos como consecuencia de la galopante inflación que, según había prometido allá por 2016, eliminaría de “taquito”, malestar es lo mínimo que produjo ver en los diario como el ex Jefe de Estado y sus antiguos colaboradores se mostraban sonrientes y vestidos de punta en blanco en una de las zonas más exclusivas del balneario uruguayo que temporada tras temporada es frecuentado por el jet set y que, para el caso de los que residen en la Argentina, se debe desembolsar ahora un 30 por ciento extra por cada gasto o consumo que se efectúe tanto allí como en cualquier parte del planeta.

A las claras, esta actitud “descontracturada” en los tiempo que corren va de la mano con la falta de sensibilidad que en su momento Macri no tuvo para tomar muchas de las medidas que luego y con el correr del tiempo arrojaron como resultado, por ejemplo, el cierre de numerosas persianas de empresas y pymes, lo cual se tradujo en desocupación y falta de oportunidades para quienes se encontraban en búsqueda de un empleo. Ergo, más pobreza y más angustia en un contexto de una economía prácticamente asfixiante.

Así como cuando expresó públicamente su ira tras la fuerte derrota en las PASO donde culpó a la ciudanía, en cierta forma, por el resultado adverso (“por más enojo que haya los argentinos no pueden poner en peligro cómo quieren vivir”, había dicho) ahora sí debería cuanto menos aceptar ese sentimiento de quienes recientemente lo vieron alegremente disfrutar de un evento de esa envergadura fuera de la frontera que hasta hace poco más de dos meses supo compartir codo a codo con quienes vienen padeciendo los problemas económicos que se fueron recrudeciendo durante su mandato.

Por eso, ex Presidente, no estaría mal que reconsidere su participación en eventos de tamaña ostentación que se corresponden más con lo que se ve en las páginas de las “revistas del corazón” que con la realidad del país que dejó.

Más modestia, por favor…