La excusa fue el lanzamiento del Programa Reconstruir. Sin embargo, el acto tuvo otro trasfondo -mucho más importante para sus protagonistas- que era el de despejar cualquier tipo de rumores respecto a la fuerte “turbulencia” interna por la que habría atravesado el Frente de Todos en los últimos días a partir de las versiones que circularon sobre pedidos de renuncia o de alejamiento voluntario del cargo si “el otro” no se iba, las cuales tuvieron como protagonistas, básicamente, al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo; y al ministro de Economía, Martín Guzmán.
“Grábense esta foto. Es la foto de nuestra unidad. No habrá ni tapa de diarios, ni sentencia judicial que nos lleve a dejar de hacer aquello que debemos hacer en favor de los argentinos”, enfatizó el Presidente Alberto Fernández durante ese encuentro en el que estuvo acompañado arriba del escenario -entre otros- por una vicepresidenta que aplaudía en silencio y asentaba con su cabeza cada vez que subía la “temperatura” del discurso contra la Justicia y la oposición; y de un Sergio Massa, aún más sumergido en el mutismo observado lo que allí sucedía casi como si fuera un invitado ajeno de la casa.
Pero más allá de las cuestiones propias -y hasta lógicas- que podrían surgir dentro de una coalición política conformada por dirigentes de distintas extracciones (que bien deberían resolverse puertas adentro), se logró la tan deseada “imagen” de unidad.
No obstante, se podría decir que la misma no pudo ser capitalizada como se esperaba si no hubiera sido por un pequeño detalle: la pandemia del coronavirus que encuentra hoy en día al país atravesando la tan temida “segunda ola” de la enfermedad que, justamente, durante esa misma jornada reportó 663 muertes, la cifra de decesos más alta registrada hasta el momento.
Es que esa foto tan cuidada que los propios protagonistas se encargaron de difundir más tarde por sus redes sociales, contrasta (y mucho) con las que luego se dieron a conocer por otras canales de comunicación, en donde se los ve “apiñados”, sin distancia social, y que hasta luego los encontró a varios de ellos compartiendo una combi con destino a un vacunatorio para llevar a cabo otra actividad.
En respuesta a ello, bien podrían alegar que estaban al aire libre y que había algunas personas que incluso ya recibieron la vacuna contra la COVID-19 (muchos de ellos efectivamente lo están).
Pero la realidad es que en momentos de incertidumbre económica, laboral, social, educacional y hasta afectiva, producto de de las medidas que tuvieron que adoptarse para combatir a la pandemia -y que hasta el día de hoy muchas de ellas continúan vigentes-, el mensaje de “unidad” de la primera foto queda totalmente trunco cuando luego se observa la otra que termina reflejando, paradójicamente, una especie de “distancia social”.
Y no en este caso en particular porque estuviera siendo practicada por los retratados, sino más bien por la lejanía mostrada para con la ciudadanía cuando se le pide que haga el esfuerzo de quedarse en su casa; se restringe la circulación por horarios; se prohíben las reuniones sociales al aire libre de grupos superiores a diez personas; se limita el acceso al transporte público; se controla a los vehículos particulares durante los fines de semana sobre las autopistas; y se desaconseja abrir las puertas de los establecimientos educativos pese a los protocolos de cuidados que habían sido consensuados y aprobados por el Consejo Federal de Educación.
Todo esto produce que, en definitiva, la “armonía” dirigencial lograda en la foto oficial quede totalmente desdibujada cuando más tarde se los ve tan cercanos los unos a los otros, aunque en este caso físicamente hablando.