Los jueces Juan María Ramos Padilla, Gustavo Goerner y Cecilia Maiza sancionaron con 26 años de cárcel a un hombre próximo a cumplir 44 años que abusó sexualmente de su hija desde que tenía 7, accediéndola carnalmente cuando quedaba a su cuidado según lo establecido por el régimen de visitas.
El condenado está detenido en la cárcel de Ezeiza desde hace dos años.
El hombre violaba a su propia hija diciéndole, según se desprende del debate en el juicio oral, que “lo que hacía estaba bien, que era su sangre y nadie la amaría más que él”.
Además de ese aberrante delito, el acusado también fue condenado por violar a otro niño que había quedado a su cuidado mientras su madre salió a trabajar, y por golpear hasta fracturarle la mandíbula a una mujer con la que había mantenido una relación y luego de la separación inició un vínculo con otro hombre.
La condena fue dictada por los delitos de “abuso sexual simple reiterado, abuso sexual con acceso carnal reiterado y agravados por ser el padre de la víctima menor de 13 años, lesiones graves y abuso sexual con acceso carnal agravado por haber sido cometido por el encargado de la guarda”.
Pese a la cuantía de la condena, el violador la sacó “barata”: el fiscal del juicio había pedido la pena de 32 años de cárcel.