Promediando las 22 horas, el Presidente Alberto Fernández “interrumpió” los programas televisivos relacionados a los comicios legislativos para referirse a la derrota que ya, a esas alturas, sería imposible de revertir por parte del oficialismo.
Grabado, al parecer, algunas horas antes de que fuera emitido, el primer mandatario reconoció que su coalición política no había obtenido el resultado esperado pero que ahora y con la nueva composición del Parlamento (será primera minoría en Diputados pero perdió el quórum propio en el Senado) convocará al resto de los actores para consensuar una agenda de trabajo.
En ese marco, anticipó que durante la primera semana de diciembre enviará un proyecto de Ley que explicite el Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable, que contemplará “los mejores entendimientos que el Gobierno haya alcanzado con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI)” en las negociaciones por el pago de la deuda externa que lidera el ministro de Economía, Martín Guzmán, “aunque sin renunciar a los principios de crecimiento económico e inclusión social del país”.
Sin embargo, esa imagen formal y mesurada mostrada por Fernández durante los largos minutos que duró el vídeo, rápidamente se diluyó más tarde al hacer uso de la palabra en el búnker del Frente de Todos, ya rodeado de la militancia y con la certeza de que era el único dirigente de peso en el escenario porque su vice, Cristina Fernández de Kirchner, había anticipado por redes sociales que no asistiría por cuestiones médicas.
Es que mientras el centro de cómputos continuaba arrojando números para nada alentadores -o cuanto menos que vislumbraran la posibilidad de revertir el resultado adverso en algunos de los distritos clave- el Jefe de Estado, junto a Sergio Massa, Máximo Kirchner, Axel Kicillof y los principales candidatos de la lista oficial, festejaban una suerte de victoria “pírrica” o “imaginaria”.
Sin embargo y pese a que el titular de la Cámara Baja nacional celebraba con “bombos y platillos” que continuaban siendo la primera minoría en el hemiciclo parlamentario al asegurarse un total de 118 bancas, Juntos por Cambio tendrá nada ni nada menos que 116, con lo cual inevitablemente deberán producirse negociaciones previas para aquellos casos en los que se vea “empantanada” la posibilidad de sesionar.
Asimismo y en el caso del Senado de la Nación, el panorama dista aún más de los festejos del búnker del Frente de Todos puesto que su titular (ausente como se dijo) difícilmente hubiera seguido los pasos de su par en Diputados celebrando que también continuaban siendo la primera minoría: a esas alturas, el bloque peronista y por primera vez en su historia, estaba perdiendo su hegemonía al pasar de 41 a 35 miembros.
Es por ello que una vez pasado el clamor por las elecciones, las cuales también dejó como particularidad el crecimiento de la fuerzas liberales encabezadas por Javier Milei -Capital Federal- y José Luis Espert -Provincia de Buenos Aires-, habrá que ver cómo el Gobierno se acomodará al nuevo Congreso y, sobre todo, qué tipo de relación decidirá mantener con éste una vez que instrumente el tan mentando relanzamiento de su gestión.