La discusión mundana de estos días, en calles rodeadas por edificios históricos del centro porteño, pasa por qué es la igualdad de derechos. Bienvenido sea ese debate, pero… ¿y la inseguridad?
(Cuarto Intermedio – 15 de julio de 2010)- “Se nos dice que el departamento de policía está haciendo lo mejor que puede. Pero dado que resulta ser el más violento, corrupto e incompetente de esta región, no quiere decir mucho. Cada día, aparecen nuevos cuerpos, en calles o en zanjas, obra de la policía y de sus secuaces. Cada día, las necesidades de ciudadanos honestos son puestas en un plano secundario, por debajo de la codicia y ambición personal. Cada día, la ciudad se hunde en un profundo pozo de miedo, intimidación y corrupción. Alguna vez la ciudad luz, la ciudad es hoy un lugar adonde nuestros protectores se han transformado en nuestros sojuzgadores… donde ser los representantes de la ley… es estar por sobre la ley… donde nadie osa a hablar con la verdad por sobre el poder”. ¿De qué ciudad se trata?, se preguntará el lector. Pues bien, palabras más, palabras menos, este fue el discurso pronunciado por el reverendo Gustav Briegleb, en una iglesia de Los Angeles. Lo curioso del asunto es que fue en 1928, y bien podría adaptarse a la realidad de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, y a tantas otras ciudades latinoamericanas.Basada en hechos reales, la película Changeling, dirigida por el célebre director Clint Eastwood y protagonizada por Angelina Jolie y John Malkovich, cuenta la historia del secuestro y asesinato de Walter Collins, un pequeño niño de sólo nueve años. Planteando temas tales como el rol de la mujer en aquel tiempo y las repercusiones de la violencia, la trama de la historia lleva al espectador por diversas situaciones: la madre es internada en un manicomio; finalmente se investiga lo sucedido; la sociedad responde manifestándose abiertamente luego del veredicto que arroja claridad sobre un tema tan turbio (permítaseme ser un tanto elíptico, para congraciarme con aquellos que no han visto el film).Ya no en 1928 sino en 2010, vivimos en una Reina del Plata que alberga, de manera cotidiana, diversos hechos de inseguridad; ciertamente la realidad va más rápido que nuestras respuestas, a pesar de que hoy los recursos tecnológicos están al alcance de todos (especialmente de un gobierno), y permiten contribuir a mejorar la situación social. Claro, hay un componente que es estructural, y remite a la situación económica de las personas, a la desigualdad, a las necesidades.Sin embargo, podrá notarse que el discurso del religioso en cuestión pone el foco en la forma de operar de la policía, como así también en los valores. La violencia, la corrupción y la impunidad claramente son inconducentes. La Buenos Aires de hoy ciertamente tiene problemas estructurales. Hay que abordarlos, de manera sistemática (el gobierno algo hace con la asignación universal por hijo, por ejemplo). No obstante, ¿nos detenemos en los aspectos anteriormente citados?El reverendo Briegleb concluye el citado sermón con las siguientes palabras: “no permaneceremos callados. Continuaremos haciendo públicas sus ofensas y sus falencias. No seremos intimidados”. ¿Es posible que estemos paralizados frente a la fuerza de los poderosos, al crimen organizado y su mafiosa manera de actuar?Tal vez. Pero la única manera de avanzar es no abandonar la lucha. El coraje de Gustav Briegleb es un ejemplo, que todos -sociedad civil y sociedad política por igual- deberíamos tomar. Valgámonos de este ejemplo californiano (Los Angeles hoy dista mucho de la descripción de entonces) y hagamos que todo tiempo pasado, sea peor.