Cada tanto leo opiniones que remarcan la imposibilidad de imponer la «Tasa 0» alcohol en la conducción de automotores y se basan en “argumentos” bastante “usuales” a la hora de debatir sobre la materia. Uno de los principales sostiene que son muy pocas las sociedades que han establecido el “0 alcohol”. Esto es una MENTIRA.
La gran mayoría de las naciones han establecido hace décadas el “Alcohol 0” en la categoría de Conductores Profesionales. La pregunta del millón es: ¿Por qué tanto reparo a generalizar esa medida a todo conductor de un automotor -sea o no profesional-? ¿No es el mismo riesgo el que atraviesan unos y otros? Me parece que hay una gran hipocresía en la consideración del tema.
Otros sostienen que es muy difícil medirlo, y que puede haber errores con ingestas fortuitas o desorganiciones químicas orgánicas (sic) que muevan el amperímetro por encima del 0 exacto. Parece que eso no sucede con los conductores profesionales. Y en todo caso siempre se puede prever una “red de excepción” (nadie niega el derecho de defensa). Lo cierto es que toneladas de pruebas en vía pública muestran que quien NO tomó alcohol REGISTRA “0” en el alcoholímetro (rara vez los informes de operativos dan positivo por sobre el 10% de los controles efectivos).
Y si es “tan difícil medirlo”, ¿no habrá errores también con 0.5 de límite? ¿0.52, 0.53, 0.54?…
Los “opinólogos”, entre los cuales me incluyo, podemos discutir años, pero el ESTADO posee una responsabilidad mayor que la simple opinión.
Hago propias las reflexiones de Carlos Tabasso al respecto, que no por DURAS dejan de ser CIERTAS:
“Las investigaciones epidemiológicas desarrolladas durante medio siglo han probado y medido indisputablemente las consecuencias reales que las investigaciones de laboratorio ya permitían presuponer; en consecuencia, la demostración científica de la magnitud de la mortífera función de riesgo generada por la interferencia alcohólica en la conducción vehicular permite extraer inevitablemente las cuatro conclusiones siguientes:
1. Si cualquier nivel de alcoholemia implica riesgo, la única tasa compatible con la seguridad vial es “Cero” (con ciertas salvedades que no pueden explicitarse aquí), como lo ponen de manifiesto las trascendentales investigaciones epidemiológicas realizadas a partir del Grand Rapids.
No existe ninguna tasa inocua en ninguna edad.
2. Cualquier tasa legal que no sea “Cero” (con la misma reserva anterior) es, en los hechos, una concesión a la naturaleza sociocultural del fenómeno alcohólico o una transacción con diversos intereses sociales y económicos, lo que implica el sacrificio de una porción sustantiva de la seguridad vial proporcional a la tasa que la ley fije para conducir en condiciones de licitud.
3. Conociéndose en forma matemática e indisputable el nivel de riesgo que suscita cada magnitud de tasa alcolémica, de la elección política del guarismo de tolerancia legal dependerá la cantidad de siniestros, muertos, heridos, discapacitados y daños materiales que, por tal causa, deberá soportar fatalmente la sociedad.
4. La fijación legal de la magnitud de alcoholemia tolerada implica una responsabilidad ética, social y política incalculable para las autoridades competentes desde que equivale a decidir de antemano cuántas personas morirán, serán heridas o quedarán discapacitadas y sufrirán las dolorosas secuelas socioeconómicas consiguientes.”
Esa “responsabilidad ética, social y política incalculable para las autoridades competentes” QUE SEÑALA CARLOS TABASSO, es la que determina la necesidad de establecer políticas activas de seguridad vial en materia de alcoholemia en la conducción de automotores.
*Director ISEV.