El interés del pueblo

Y sí. Tenía que pasar y pasó. Finalmente, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, decidió renunciar a la presidencia. Fueron las fuerzas armadas, real factor... Por Cuarto Intermedio

Y sí. Tenía que pasar y pasó. Finalmente, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, decidió renunciar a la presidencia. Fueron las fuerzas armadas, real factor de poder de aquel país, quienes tomaron el control y comandarán el período de transición.

(Cuarto Intermedio – 14 de febrero de 2011)- Los diarios del mundo, de una punta a la otra del planeta, hicieron eco de una frase que sonó aquí y allá: “la gente echó al Presidente”. De alguna manera es cierto, dado que Mubarak debió dimitir frente a una presión popular incesante, que duró 18 días. Fueron cientos de miles de personas, que, un día tras otro, protestaron y se manifestaron en la Plaza Tahrir (o Plaza de la Liberación). Mostraron sus zapatos (en señal de bronca) y resistieron estoicamente frente a la violencia de grupos pro-Mubarak, cuya intención era dispersar a la gente. Tanto Mubarak como Suleiman (designado vicepresidente por aquel) vivían escindidos de la realidad egipcia: se atornillaron al sillón, pidiéndole a la gente que confiase en ellos; ellos, serían los impulsores de una reforma generalizada. ¿Qué pasó? Un día más tarde el ahora ex Presidente “descansa” en las bellas costas de Sharm el-Sheikh. La semana pasada lo mencioné. No fueron sólo 18 días de protestas. Fueron 30 años de Mubarak. Falta de desarrollo y exceso de opresión. Mucha gente fuera del sistema; no por nada uno de los comentarios más repetidos era que, independientemente de que en Egipto la educación había mejorado un poco, la gente no tenía trabajo. Sí, esa plaga, esa frustración, que amenaza la dignidad humana.Egipto le mostró al mundo que el mundo está cambiando. En otros tiempos, por ejemplo, frente a una mínima expresión de disconformidad, los sultanes hubieran derrochado la sangre de sus revoltosos súbditos, mediante la utilización de las dagas de sus mercenarios. O tal vez, en el recientemente acabado siglo XX, los Estados Unidos hubiesen actuado distinto; la CIA, seguramente habría estado involucrada. Hoy, suena gratamente novedoso que Obama, después de cierta ambigüedad en sus declaraciones iniciales, haya dicho con esa claridad que lo caracteriza, que los Estados Unidos están del lado de la juventud, del futuro y de la democracia, dejando en claro que el destino de Egipto debe y será decido por el pueblo egipcio.Sí, el mundo está cambiando, pero no cambia solo. La gente lo cambia. La tecnología ayuda, pero aquello que rompe con el status quo es una peculiar combinación entre la convicción de actuar y el fin del miedo, todo ello, fundido en una multitud. Es notable: la era de las revoluciones violentas, por lo menos aquellas revoluciones idealistas, ya pasó. Ahora el ejemplo a seguir es Egipto.Egipto nos inspira, dijo Obama. Debería inspirarnos a nosotros, el pueblo argentino, también. Deberíamos tener, entre ceja y ceja, la certeza de que lo único que nos conducirá a un mejor porvenir son valores sanos, una república auténtica, instituciones fuertes y respeto a la ley. No se si la revolución pacífica es el camino (un cambio radical del sistema, con renuncia de un Presidente incluido), pero sí estoy seguro de que la presión del pueblo puede serlo.Hace poco, un buen amigo refrescó mi memoria. Mientras conversábamos sobre un tema parecido, me preguntó adónde quedó la manifestación multitudinaria de Blumberg, y qué fue de la demostración de fuerza convocada por el campo en la Avenida del Libertador. Coincidimos en que esos fueron casos muy puntuales; el primer tema era la inseguridad suscitada a partir del vil secuestro y asesinato de Axel Blumberg; el segundo a raíz de la confrontación entre el campo y el gobierno por las retenciones y la política agropecuaria en general. ¿Será que no estamos lo suficientemente hartos de los problemas que nos aquejan, léase pobreza, inflación, sospechas de corrupción en la justicia y en la política, intimidaciones mediáticas, etc.? ¿O será que todo ello no es tan grave, y sólo se trata de un componente de la política argentina?Mi temor es que como pueblo, no nos demos cuenta de que debemos hacer valer nuestro derechos. Temo a la indiferencia, al “total nada va a cambiar”. Egipto está escribiendo un nuevo capítulo de la historia moderna del mundo árabe. Debe estar presente en nuestra cotidianeidad. Sugiero, también, complementar estos acontecimientos con una frase del General Perón: “la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.