Hormiguita (ahora) colorada

Militó, se fue y los denunció. Militó, se fue y los denunció. Y así sucesivamente…  ¿Algún indicio? Sí, seguramente era la persona que tenía en... Por Cuarto Intermedio

Militó, se fue y los denunció. Militó, se fue y los denunció. Y así sucesivamente…  ¿Algún indicio? Sí, seguramente era la persona que tenía en mente (¿cuál otra sino?): Graciela “la hormiguita” Ocaña.     

(Cuarto Intermedio – 30 de junio de 2011)- Para trasladarlo a un terreno neutral y sin tener que apelar a información de algún medio de circulación nacional que pueda o no tener simpatía con la persona en cuestión, lo apropiado era remitirse a fuentes de origen extranjero y sin tintes políticos: según puede analizarse de la información que consigna la enciclopedia mundial Wikipedia, todas las salidas de los cargos que supo ocupar fueron traumáticas. Confunde también su desconcierto ideológico con el que forjó su carrera, debido a que con el pasar de las décadas militó en las filas del peronismo, peronismo disidente (en ese entonces contra el que representaba Carlos Menem), luego el Frente Grande (fue diputada por el Frepaso), el ARI de Elisa Carrió, (donde supo explotar su principal “tarjeta de presentación”: la denuncia), para finalmente recalar en la función ministerial con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (Pami y ministerio de Salud, respectivamente). En la actualidad, un poquito “amiga” de Ricardo Alfonsín y otro poco de Francisco De Narváez, la “hormiguita” parecería haber encontrado nuevamente su lugar en el mundo. De hecho, iría como candidata a diputada nacional por el espacio denominado Unión por el Desarrollo Social (UDESO) encabezado, justamente, por “Ricardito”. Pero atención: Ocaña no solo cuenta con las denuncias como su principal arma política, sino que además la impunidad de la que goza (vale recordar que abandona los cargos y luego desde afuera acusa indiscriminadamente a sus antiguos colegas pero nunca termina salpicada por la justicia) le permite influenciar sobre sus nuevos “jefes” con insólitas propuestas. Las más reciente, como a su vez extravagante, fue la de incluir a la periodista Fanny Mandelbaum en el segundo lugar de la lista adherente (o colectora) para diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires que acompañará a Francisco De Narváez. Como no se trataba de una denuncia (muy por el contrario), lo conveniente era mantener las cámaras lo más alejadas posible, por lo que la “hormiguita”, en el mayor de los sigilos, convocó a Mandelbaum para ofrecerle ese lugar de privilegio apenas una horas antes de que cierre el plazo de inscripción para los candidatos. Y así, como si se tratara de un sencillo trámite, la ex ministra de Salud (entre tantos “ex”), sumó a una persona ajena y sin experiencia en la administración pública para atender las necesidades de los argentinos en el Congreso de la Nación (en el caso que resulte electa, claro está).Refundada, si se quiere, y ya con el polvillo sacudido de su imagen tras llevarse “puesto de sombrero” a un ministerio de Salud que lo abandona en momentos donde la Gripe H1N1 y hasta el dengue se cobraban la vida de muchos ciudadanos (y tiempo después, por supuesto, lo denuncia), vuelve a hurgar en su “tarjetero” para mostrar las cartas credenciales que la identificaban ideológicamente con el progresismo, justo ahora en vísperas electorales. Sabe, como ninguna, que su apellido bien podría cuadrar en cualquier boleta a las que el ciudadano apele para castigar al gobierno de Cristina Fernández .En fin, tanto dirigentes como electores descubrirán los manejos y la verdadera personalidad de este personaje que supo construir su carrera a costa de denuncias y más denuncias. Tarde o temprano, la carta documento, ya sea en carácter judicial o moral, llevará como destinatario el nombre de María Graciela Ocaña.