No se trata de una declaración rimbombante del director técnico de la selección nacional, Diego Armando Maradona, para definir las cualidades de un gran futbolista, sino un juego de palabras para ejemplificar la importancia del voto en el Conurbano bonaerense y lo que significa dominar ese cordón.
(Cuarto Intermedio – 22 de mayo de 2009)- En términos crudos de porcentajes, es el 23 por ciento del electorado nacional y siempre resultó ser un bastión determinante para las elecciones presidenciales. En el caso de las legislativas, los candidatos saben que también es significativo tener una buen performance para la obtención de bancadas en las cámaras, ya que uno de cada cuatro votos del país está centralizado en esa zona geográfica. El municipio estrella es La Matanza, no por la calidad de vida de sus vecinos ni muchos menos, sino porque acumula casi tantos votantes como la suma de los padrones de las seis provincias más chicas.
Dividido en tres grandes cordones, los habitantes del Conurbano tienen muchas características, o deficiencias, en común: el 40 por ciento no tiene red de agua potable, más del 65 por ciento no tiene cloacas y el gas natural no alcanza al 50 por ciento de las viviendas. Sin dudas que es una región con un panorama propicio para trabajar política y socialmente a conciencia y que los resultados se deberían ver reflejados rápidamente. Pero en cambio, a los funcionarios del gobierno y de la oposición poco les importan verdaderamente las necesidades básicas insatisfechas de los habitantes, la pobreza generalizada y la falta de educación que sufren los menores. Lo que les interesa es su voto. Y en base a esto y a la vulnerabilidad que tienen los bonaerenses por la falta de recursos, es que desarrollaron un plan clientelista que los tiene como rehenes. Son dependientes de la ayuda o de las promesas de los que los gobiernan.
Sería bueno que no sólo se acuerden de realizar o anunciar obras en épocas electorales. Que de una vez por todas alguien, al menos, intente o proponga desarticular la maquinaria clientelista que mueve millones de pesos y que es funcional a cierta clase política.