Presupuesto 2008 con pocas sorpresas

¿Es alcanzable la meta de superávit aún con los aumentos en las retenciones? ¿Habrá en puerta una reforma impositiva? ¿Cómo incidirán las transferencias a privados... Por Cuarto Intermedio

¿Es alcanzable la meta de superávit aún con los aumentos en las retenciones? ¿Habrá en puerta una reforma impositiva? ¿Cómo incidirán las transferencias a privados para reforzar la demanda energética? ¿La realidad impondrá bajar el gasto? Durante el año se irán conociendo las respuestas.

Sin lugar a dudas, uno de los pilares del modelo económico de la administración de Néstor Kirchner ha sido el excedente de las cuentas públicas. En efecto, en los últimos cuatro años, el superávit primario (esto es, descontando el pago de intereses de la deuda pública) se ha situado en promedio por encima de 3% del Producto Interno Bruto (PIB), ejerciendo efectos virtuosos sobre la economía a través de diversos canales -complementando al Banco Central de la República Argentina (BCRA) en su política de sostenimiento del tipo de cambio, posibilitando el pago en término de los servicios de la deuda o bien simplemente actuando como ancla nominal de las expectativas del sector privado-.En este sentido, el Proyecto de Ley de Presupuesto 2008, que comenzó a tratarse en el Congreso a mediado de noviembre último, permite en teoría entrever cuáles serán las prioridades de política pública del gobierno para el próximo año, y también refleja la visión del Estado nacional sobre la futura situación económica, en particular, la evolución que tendrá el resultado fiscal (aunque, como veremos, los hechos generalmente terminan alejándose  bastante del escenario base).

Qué dice la letra

Los recursos totales de la administración pública nacional, medida en términos del PIB, aumentan levemente respecto de 2007 (18,8% contra 18,4%), mientras que el gasto total en el mismo nivel de gobierno se estima en 17,9% del PIB. Así, el resultado primario esperado por el gobierno es de 3% del PIB, mientras que el superávit financiero (que incluye, además, el pago de intereses de la deuda pública) se pronostica en 0,9%.La pregunta que se desprende casi inmediatamente al observar las cifras anteriores es la siguiente: ¿es efectivamente alcanzable la meta de superávit anunciada por el gobierno? Responder a este interrogante implica obviamente analizar la precisión de las proyecciones de ingresos y gastos volcadas en el proyecto.Respecto a los recursos, al igual que en años anteriores, el gobierno subestima el crecimiento económico y la inflación (proyecta un aumento del PIB real de 4% y un incremento del nivel general de precios de 7,3%). Con dicha subestimación de la evolución de las variables macro (y, con ello, de los recursos), el gobierno buscaría –al igual que en los años anteriores- contar con mayor discrecionalidad en la asignación del gasto, toda vez que aquellos recursos que no se proyectan inicialmente en el Presupuesto, en la práctica, el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) termina asignándolos a través de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), sin pasar por un debate parlamentario: tomando el período 2003-2007 (para el último año, en base a estimaciones), si se suman los montos recaudados por encima de lo originalmente presupuestado y se les detraen los “gastos automáticos” correspondientes a provincias y seguridad social, puede sostenerse que quedaron casi $40.000 millones con libre asignación. Del lado de las erogaciones, cuya estructura general se mantiene muy similar a la de 2007, la lupa debe ponerse en sus tasas de crecimiento interanuales. Hoy el gobierno pronostica que los gastos aumentarán en 16,2% durante 2008 a pesar de que el ritmo de crecimiento en 2007 alcanzaría 24,2%. Es posible que el gobierno tenga presiones de varios sectores para aumentar el gasto tanto como lo hizo durante este año. Por ejemplo, como resultado del actual cuello de botella en el sector energético, el gobierno nacional probablemente se verá obligado a reforzar las inversiones y transferencias al sector privado con el objetivo de incrementar la capacidad productiva en el mediano plazo y evitar los incrementos de precios en el corto. Además, será muy importante la evolución de los salarios públicos y las jubilaciones. De acuerdo con lo expresado en el mensaje que acompaña al proyecto, el gobierno prioriza la recomposición de los ingresos. Teniendo en cuenta que dos de los sectores cuyos haberes presentaban un mayor retraso eran los jubilados y los empleados públicos, durante 2007 se establecieron incrementos que se reflejan en el Presupuesto 2008. En un contexto en el cual la evolución de los precios presenta una serie de interrogantes, el seguimiento de estos dos componentes del gasto es de sumo interés. De este modo, si se mantiene la estructura del gasto público -es decir, se considera que se respetan las prioridades presupuestadas-, pero se modifica su evolución, copiando lo ocurrido en 2007, el superávit primario se reduciría de 3% del PIB anunciado a casi la mitad (1,7% del PIB). Sin embargo, más allá de que los ingresos se encuentran subestimados, tampoco hay que descartar la posibilidad de que se introduzcan cambios en la estructura tributaria con el fin de alcanzar el superávit originalmente proyectado. En particular, dada la perspectiva favorable de los precios internacionales de los principales productos exportables (soja, trigo, maíz y derivados), y su efecto positivo como herramienta antiinflacionaria, es evidente que resulta muy atractivo para el gobierno incrementar las alícuotas de los derechos de exportación –como, de hecho, ha demostrado la suba de alícuotas de las retenciones difundida a comienzos de noviembre de este año-.  Así, una suba de 10 pp. de las retenciones a las exportaciones de los commodities consideradas derivaría en un incremento de los recursos totales en cerca de $ 6.000 millones. En consecuencia, el superávit fiscal primario pasaría a 3,7% del PIB considerando el gasto público presupuestado, y 2,4% en el caso en que el gasto crezca al ritmo de este año.En conclusión, si bien las retenciones a las exportaciones permitirían otorgar mayor grado de libertad a las autoridades para incrementar el nivel de gasto por encima del proyectado originalmente en el Presupuesto, las alícuotas no pueden aumentarse indiscriminadamente, ya que encuentran su límite en la evolución de los precios internacionales de los productos exportables –más allá de cierto punto podrían desincentivar las exportaciones-. Habrá que ver entonces si la Argentina seguirá contando en el futuro con una coyuntura externa favorable, o bien el gobierno tendrá que poner un ojo sobre el ritmo de incremento del gasto, para preservar una de las “piedras fundamentales” de la estrategia económica vigente.