La elección en la que ganan todos y no gana nadie

Analizar el resultado de una elección legislativa de término medio no es tan fácil de desmenuzar como lo puede ser un partido de fútbol, donde... Por Cuarto Intermedio

Analizar el resultado de una elección legislativa de término medio no es tan fácil de desmenuzar como lo puede ser un partido de fútbol, donde claramente hay un equipo que gana y otro que pierde por el sólo hecho de convertir más goles que su rival.

 (Cuarto Intermedio  – 4 de junio de 2009)- En el ámbito político en cambio, y más aún en este contexto que hay tantos factores y cargos en juego, los razonamientos no son del todo manifiestos y más de un personaje se adjudicará alguna victoria caprichosa cuando finalice el conteo de los votos.

El análisis primitivo que puede elaborarse es considerar la cantidad de bancadas que obtuvo cada fuerza de acuerdo al porcentaje de votos conseguidos en el escrutinio. Citemos un ejemplo que planteamos anteriormente en este medio, y basándonos en las cifras promedios de las encuestas, está claro que si el oficialismo saca como se proyecta un 36 por ciento de los votos en la provincia de Buenos Aires, es inevitable que resigne entre cuatro o cinco lugares de los 20  que posee en la cámara baja. Y más considerando que las cifras en las principales provincias como Córdoba, Santa Fe o Mendoza no son muy alentadoras para el matrimonio Kirchner y Cia.

Pero como es sabido, el hecho de dominar la provincia de Buenos Aires, por más que sea por un margen menor, y los votos que puedan sumar en algún que otro territorio afín del norte y el sur del país, le darán al Gobierno el aire suficiente como para seguir adelante con el modelo. Obviamente tendrán que mostrar una postura más conciliadora y menos confrontativa, similar a la que aparentó Néstor Kirchner en las últimas apariciones públicas, ya que se verán afectados en las mayorías parlamentarias y sin el apoyo del justicialismo unificado con su poderoso cotillón partidario por detrás.

Los resultados finales de la elección y los márgenes entre los distintos frentes allanarán también el camino hacia las presidenciales de 2011. De acuerdo a las performances logradas, los candidatos tejerán nuevas alianzas o reforzaran otras para seguir construyendo hacia el gran objetivo, que no mencionan pero que a muchos obsesiona. A todos los políticos les agrada ser protagonistas en las batallas ganadas pero no les gusta para nada adjudicarse las derrotas. ¿Qué papel jugará el peronismo disidente una vez conocido el resultado electoral? ¿Felipe Solá seguirá aliado a Mauricio Macri o volverá a cobijarse en el PJ que lo moldeo a imagen y semejanza? ¿Qué papel jugarán los pesados del peronismo si la situación se pone compleja para la gobernabilidad de los Kirchner? ¿Realmente tirarán por la borda tantos años de aceitar un mecanismo logístico y de despliegue territorial que garantiza un cúmulo de votos subsidiados? Son interrogantes que vale la pena tener en cuenta, pero no por ello aventurar respuestas apresuradas.

Seguramente la noche del 28 de junio traiga consigo muchos comentarios de candidatos aludiendo que hicieron una gran campaña, hablaran de resultados positivos, de primeras minorías y se colgarán medallas por ser la primera oposición. Pero el verdadero deseo del electorado es que recuerden que los que obtuvieron una banca fueron elegidos por el pueblo para legislar y no para proyectar su futuro político.