Allá por el mes de febrero de este año, la Cámara de Diputados nacional aprobaba la modificación de la ley de ART por 88 votos afirmativos, 22 negativos y 44 abstenciones. Un número que, al igual que cuando hizo su paso por el Senado, fue más que contundente.
Sin embargo, la letra original de la iniciativa fue puesta virtualmente en “stand by” luego de que no fuera promulgada en el Boletín Oficial.
Es que desde la Casa Rosada, decidieron en aquel entonces saltearse directamente a la Cámara de Diputados y emitir un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para modificar algunos aspectos de la misma.
Según trascendió en aquel entonces, el Presidente Mauricio Macri escuchó con atención los consejos de sus colaboradores más íntimos para recurrir a una medida más “extrema” ante las voces críticas que se multiplicaban en su contra dentro de ese cuerpo legislativo, razón por la cual optó por omitir allí su discusión.
Pero el envión de la Casa Rosada duró poco: la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que en aquel entonces contaba con mayoría de integrantes kirchneristas, inevitablemente iba a dictar la invalidez del DNU, lo cual hubiera significado un duro revés legislativo para el Gobierno. Por lo tanto y ante las puertas de un nuevo traspié, convocó al Congreso a sesiones extraordinarias para que la ley fuera sancionada por las vías correspondientes.
Hoy en día la iniciativa tendiente a modificar el sistema previsional transitó sendas paralelas: pasó sin grandes sobresaltos la votación en el Senado; aunque sí hizo su ingreso a Diputados, donde tuvo un “áspero” tratamiento en Comisión. Además, el jueves último debió suspender su debate en el recinto de la Cámara Baja como consecuencia de los vaivenes con el quórum y del lamentable marco que ofrecieron algunos de los legisladores.
Sumado a ello, se respiraba un clima por demás tenso en las inmediaciones del parlamento a partir del accionar de las fuerzas de seguridad para con los manifestantes, dado que no distinguió entre los violentos y los que se acercaron pacíficamente a expresarse.
Ante ese escenario y luego de que se suspendiera la sesión, horas más tarde desde el propio oficialismo confirmaron que sólo faltaba que se sumara la rúbrica del Presidente al DNU que sus ministros ya habían firmado. Esa idea y tal como sucediera en su momento cuando se “empantanó” la ley de ART en Diputados, duró apenas algunas horas ante el costo político que hubiera significado llevarla adelante, algo que incluso fue advertido públicamente por una de sus principales aliadas: Elisa Carrió.
Es por eso que en el día de la fecha y luego de intensas reuniones -y “concesiones” como la del bono compensatorio- que se extendieron durante todo el fin de semana con el único objetivo de que se les sea garantizado el número de diputados para habilitar el tratamiento del proyecto, la administración nacional volverá a la carga con una ley que considera vital para el segundo tramo de su gestión.
Para el camino final elegido, una vez más, el Gobierno volvió a repetir experiencias pasadas -como la de tener que adoptar una decisión unilateral- para luego volver sobre sus pasos. Esa suerte de “deja vú”, por llamarlo de alguna forma, se viene sucediendo últimamente en ocasiones que la carga política y social de las iniciativas necesitan de la mayoría de las voluntades en el Congreso para ser sancionadas.