Terminar con la exclusión social

La mundialización o la globalización, en su estadio más reciente, la modernidad líquida, ha venido a cuestionar todas las instituciones que se edificaron en los... Por Cuarto Intermedio

La mundialización o la globalización, en su estadio más reciente, la modernidad líquida, ha venido a cuestionar todas las instituciones que se edificaron en los últimos dos siglos.

  Asistimos a una modernidad líquida, como la llama Zygmunt Bauman, cuyo principal elemento diferenciador lo constituye, el derrumbe de todas las barreras del tiempo y el espacio, eje articulador de todas nuestras instituciones: el Estado, nuestro territorio, nuestro estado de derecho y nuestra organización cultural.Los Estados Nacionales están quebrados en su poder, necesitados de un Estado regional que amplíe las fronteras de poder, hoy diezmada, por la libertad de los capitales financieros que fluyen libremente por todo el mundo, y centralmente porque la Economía se ha independizado de la Política. Las principales transacciones comerciales y de servicios a escala global siguen sucediéndose entre las economías más grandes del planeta. Y las economías subdesarrolladas tienen fuertes problemas para insertarse internacionalmente. El 20% de la población concentra la mayoría de la riqueza y vive en los paises más poderosos, mientras el 80% de la población accede escasamente a servicios básicos o se hunde en la miseria o en pandemias evitables.En este contexto, el desafío regional es muy importante: ocuparse de establecer sociedades estables, con instituciones políticas sólidas que permitan planificar el desarrollo económico y social, modificando la realidad más vergonzante de cara al siglo XXI: la región con la peor distribución del ingreso del planeta.Varios de los países de nuestra región entramos en el Bicentenario, desde hace algunos años, y para el caso de Argentina, sigue siendo el desafío central, terminar con la exclusión social, principal deuda del sistema democrático. E involucra la educación, la salud, el agua, las cloacas y el acceso a un trabajo digno.Así es, como el Bicentenario, bajo el contexto de un mundo incierto y una sociedad insegura, nos debe convocar a una discusión diagnóstica sincera, una respuesta concreta consensuada y un sostenimiento de los acuerdos sociales en el tiempo que den previsibilidad a nuestros ciudadanos.Distintos países han abordado Acuerdos Nacionales, Pactos de Compromiso, y distintas modalidades que buscan convocar a los representantes políticos, sociales, económicos y culturales para que confluyan en los consensos básicos para modificar el corto plazo, pero sentando las bases de una sociedad más justa en el mediano y en el largo plazo. Estas herramientas, como por ejemplo, el Pacto de la Moncloa en España o el Pacto del Punto Fijo en Venezuela, han mostrado, que es posible abordar los consensos, mantener la identidad y planificar las sociedades, bajo criterios iguales para todos.Los ciudadanos cada vez presionan con mayor firmeza para que todos los actores nos pongamos de acuerdo en cómo mejorar las condiciones de vida de todos; pero es necesario construir una nueva cultura política, con base en la transparencia y la gobernabilidad democrática, que comience por mostrar una nueva forma de hacer política. Esta nueva forma privilegia los consensos bajo el respeto de las identidades diferentes, la transparencia de las acciones y conductas por sobre cualquier manifestación espúrea de conciliación de propuestas y finalmente permite sentar las bases para encarar el siglo XXI, resolviendo la agenda del siglo XX.Por ultimo, la posta está en los partidos políticos, eje angular de cualquier convocatoria de consensos con vista al futuro, y siendo su principal responsabilidad, realizar una convocatoria muy amplia hacia toda la comunidad, bajo todas las herramientas que proporciona la democracia participativa y definitivamente, llevarlo a la práctica por parte de un gobierno que acepta y ejecuta los consensos arribados.