Uno de los “daños colaterales” de la “salida” de la cuarentena provocada por la pandemia del COVID-19 y el recupero de las actividades “normales”, ha sido el crecimiento de la siniestralidad vial y sus nefastas consecuencias en morbi-mortalidad y daños materiales.
Nos encontramos a poco tiempo de poder analizar la siniestralidad vial grave del año 2020. Nuestros equipos trabajan en ello. Pero ya al cierre del mes de octubre advertíamos que “faltando dos meses para el cierre del año” ya habíamos superado la cantidad de siniestros del año 2018.
A la luz de la evolución de las tasas, particularmente de mortalidad y morbilidad de los últimos años en materia de siniestralidad vial, nadie discute que Argentina atraviesa una CRISIS severa en esta enfermedad social que provoca la principal causa NO natural de muerte y lesión de sus habitantes.
La moto es uno de los vehículos que mayor aporte puede hacer a la movilidad sustentable de una comunidad. En la alta conflictividad que hoy presenta la fluidez en el tránsito de nuestras ciudades es una herramienta de alta eficiencia por su excelente relación de ocupantes por superficie de uso dinámico de la calzada frente a otros vehículos de uso privado.
A poco de considerar seria y profesionalmente el desafío que supone enfrentar el severo problema social de los siniestros viales, uno comprende lo lejos que se puede estar de resolverlo. Es que, precisamente por ser un problema social, resulta sumamente complejo.
El trabajo elaborado por el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) tiene por finalidad observar y presentar la evolución de la “enfermedad social” de…