La historia vuelve

Lo que se está viendo en la política argentina no es nada nuevo. La novedad sea quizá la endemoniada confluencia de fenómenos, en su mayoría... Por Cuarto Intermedio

Lo que se está viendo en la política argentina no es nada nuevo. La novedad sea quizá la endemoniada confluencia de fenómenos, en su mayoría adversos, pero no todos contrarios a la suerte del kirchnerismo. Lo que sorprende sí, es el cambio abrupto de las condiciones políticas desde hace un año a la fecha. Un cambio tan abrupto que nos permite ver lo sucedido, casi como si hubiera ocurrido hace décadas.

  (Cuarto Intermedio – 4 de marzo de 2009)- Para explicarlo sintéticamente hay que recordar esa excelente definición por la cual el peronismo sería una confederación de líderes provinciales, que a su vez encabezan federaciones de caudillos locales. Esto es lo que Kirchner caracterizó como “viejo peronismo”, cuando desde su postura progresista de los comienzos de su presidencia, esta visión -junto a otras posturas- y la bonanza de una economía que crecía pese a sus desaciertos, aumentaba su popularidad hasta niveles que ni él ni nadie había sospechado.Hasta 2007 la economía siguió creciendo sin mayores problemas y el peronismo entró en una especie de letargo. Kirchner logró entonces darle su impronta logrando que todo el mundo hable de kirchnerismo, mientras que la confederación estaba en barbecho, como decía Torcuato Di Tella. El peronismo había sido subsumido por el kirchnerismo. Surgieron nuevos líderes y donde el gran estratega no pudo encontrarlos, ungió a líderes de otras fuerzas. Fue cuando empezó a hablarse de radicalismo-K, socialismo-K, etc.

El 2007 y no el 2008 -como algunos creen- fue el punto de inflexión. En 2007 comienzan a evidenciarse las falencias de ese “no modelo” económico consistente en ver que continúe prendido el piloto automático del tipo de cambio alto con retenciones y reparto de subsidios. La aparición de niveles de inflación tan preocupantes que hubo que ocultarlos y el desborde del gasto de un año electoral, les dio la certeza que los problemas no tardarían en aparecer. La luz del tiempo termina de explicar los motivos por los cuales Néstor prefirió dejarle a su esposa la tarea de gestionar, para dedicarse de lleno a la política. Con ella en La Rosada no había otro remedio que mandar a Scioli a la provincia, regalándole a Macri la Capital Federal. El hecho que de todas formas el kirchnerismo tuviera que hacer concesiones al viejo peronismo produjo dos efectos: despertó a la confederación y dejo heridas en el ala “progresista” de nuevos dirigentes, aunque esto se vio mucho más claramente a mediados de 2008, cuando empezaron a estallar los problemas. Mientras tanto ya teníamos nueva presidente.

De lo sucedido durante 2008 se ha escrito tanto que solo sería justo y necesario limitarse a sintetizar algunas conclusiones. Cobos pasó del anonimato a ser un prócer presidenciable y fuerza cohesionadota del radicalismo. Néstor, salvo para quienes siguen recibiendo alguna de las escasas dádivas que reparte con fondos de la nación, es solo el referente de una fuerza política cada vez más fragmentada. Mauricio Macri, el campeón de las marchas y contramarchas, se da el lujo de construir con miras al 2011. Lilita Carrió, con su tradicional discurso, logra convencer a los radicales de aliárseles y obtiene la estructura nacional que le faltaba. La pobre Cristina no sabe qué hace recorriendo lugares que le disgustan para decir cosas que ni ella entiende, cuando preferiría estar en algún destino del extranjero, tal cual se había imaginado antes de ser electa.

Y en medio de las cenizas de un gobierno que hace rato no acierta una y de una crisis internacional que quien sabe qué otras calamidades nos deparará además de la caída de nuestras exportaciones y del valor de nuestros productos, en el 2009 asoma decididamente el peronismo. Tal vez una versión distinta a las anteriores. Una versión de peronismo sin liderazgos nacionales -Reutemann no debería dejarse engañar por las encuestas- en el que Duhalde es más reconocido como líder por Carrió y por Macri -aunque algunos radicales- que por los propios peronistas.Quienes dicen que las elecciones de octubre serán nacionales tienen parte de razón, dado que del resultado dependerá fuertemente las posibilidades con las que los distintos líderes de todas las fuerzas encararán la pelea por el 2011. Los que destacan el sesgo provincial de las legislativas de octubre, no hacen otra cosa que anticipar que la pelea de fondo será entre la confederación y los que pretendieron verla muerta.                                                                                                   G.W.