¿Alguien contra la inseguridad?

Bellum omnium contra omnes: guerra de todos contra todos. Esto parece ser nuestra querida Argentina, especialmente, el conurbano bonaerense y gran parte de la Capital... Por Cuarto Intermedio

Bellum omnium contra omnes: guerra de todos contra todos. Esto parece ser nuestra querida Argentina, especialmente, el conurbano bonaerense y gran parte de la Capital Federal en materia de seguridad.

 (Cuarto Intermedio  – 31 de julio de 2009)- Una mujer embarazada. Un joven abogado. Un adolescente de 17 años. Todos ellos, asesinados a sangre fría esta semana. La lista es eterna, y podríamos seguir; más aun si incluimos la enorme cantidad de gente atacada y herida que afortunadamente no perdió la vida, y a todos aquellos que por no hacer la denuncia o vivir en condiciones marginales quedan fuera de las estadísticas que nos transmiten los servicios informativos.

1641. Guerra civil en Inglaterra. La lucha entre aquellos a favor de los parlamentaristas y los que respaldaban la monarquía es despiadada. Tal es el estado de violencia, que Thomas Hobbes, quizá el padre de los autores contractualistas, sugiere que a raíz del estado de naturaleza de guerra de todos contra todos, las vidas de los hombres y mujeres son solitarias, pobres, brutas y cortas. La solución que propone es un contrato social que da lugar a la sociedad civil, en el que los individuos de dicha sociedad le ceden todos sus derechos al Leviatán (léase: una autoridad soberana) a cambio de que éste les ofrezca protección y orden.

Está claro que la propuesta de Hobbes es inaplicable hoy en día, debido a que, entre otras cosas, no contempla la separación de poderes, o permite los abusos como precio para la paz. Pero es válida la reflexión: es increíble que tras 368 años, muchos de nosotros sintamos que estamos inmersos en una situación casi irreversible, sin solución.

¿Cómo puede ser que no trabajemos todos juntos para prevenir, contener y castigar como corresponda? ¿Cómo puede ser que nos sintamos presos en nuestra propia ciudad; que sintamos que nuestra libertad y nuestra vida penden de un hilo, sin que nadie (el Estado) nos cuide?

Es hora, creo, de abordar este tema seriamente y de una vez por toda, exigir a nuestros representantes un gesto de grandeza: poner este asunto por sobre cualquier diferencia, tomarlo en serio y comenzar a resolverlo. Los ciudadanos nos merecemos mejor y tenemos derecho a vivir mejor. De lo contrario, parecería que, al menos en esta cuestión y tras 368 años (incluyendo los fabulosos avances en libertad de pensamiento, derechos y tecnología), no hemos aprendido nada.