Si bien ya se ha dicho que el seguimiento del gasto en subsidios es muy complejo y con resultados poco precisos, algunos estudios señalan que el monto total de subsidios arrojaría para 2008, transferencias por $ 47.355 millones, es decir, un 4,5% del PBI.
(Cuarto Intermedio – 3 de agosto de 2009)- Se pueden descontar los planes sociales, pero en ningún caso representaron menos del 3,5% del PBI, contra el 2,3% de 2007 o el 1,8% de 2006.
Conviene aclarar que los subsidios son una buena herramienta siempre que no se utilicen en forma abusiva, dado que además de su costo fiscal -lo que habitualmente se les cuestiona-, pueden provocar distorsiones de precios y hasta generar o incrementar asimetrías regionales. Finalmente, si se subsidia la oferta en lugar de la demanda, se corre el riesgo de beneficiar indirectamente a los sectores de más alto poder adquisitivo.
Sin duda alguna, este sería un buen momento para utilizar esta herramienta y así contrarrestar algunos de los efectos de la crisis, por lo que no es casual que el Jefe de Gabinete haya reeditado el debate en torno a esta cuestión. Pero mientras que en épocas de holgura económica, de crecimiento de la recaudación y de superávits gemelos se utilizaron abundante y crecientemente, hoy no contamos con recursos para sostenerlos, nadie nos los va a prestar y recurrir a la emisión monetaria no es aconsejable por los altos índices de inflación que soportamos, pese que para este año se estima que la economía decrecerá alrededor del 3%. Aumentar aun más la presión tributaria sería reeditar la experiencia de Machinea, aun muy fresca en la memoria.
La elaboración del presupuesto para el año próximo plantea un dilema. Con menores recursos, el Tesoro podrá financiar menos gastos y en un contexto de mayor demanda de transferencias a las provincias, los subsidios aparecen como el primer componente a recortar (en segundo término la obra pública). Pero el ajuste forzoso y abrupto ya ha mostrado su conflictividad social con el impacto de los aumentos de tarifas de electricidad, gas y transporte en Capital y GBA.
Dicho todo esto, no parece extraño que el gobierno devuelva al Parlamento algunas de sus facultades para decidir el destino de los fondos públicos, lo que ahora significa administrar miseria.
Pero como no hay mal que por bien no venga, tal vez sea momento de empezar a corregir algunas cuestiones. En primer lugar y como principio general, el otorgamiento de subsidios debería descentralizarse lo más posible en provincias y municipios, de forma tal de propender a su eficiencia y mejor control.En segundo lugar, habría que orientarlos de la forma que aconsejan los libros, es decir hacia la demanda, en lugar de hacia la oferta, como por ejemplo ocurre hasta ahora en transportes.
Los subsidios al sector de transportes fueron en 2008 de $ 12.250 millones (33,56 millones diarios). Una cuenta burda indica que tomando 250 días laborables, ese monto alcanzaría para darle $ 5 diarios de subsidio directo a casi 10 millones de trabajadores.