Señales

Las señales son importantes. En muchos casos, las señales, a lo largo del tiempo, se traducen en cuestiones concretas. Un ejemplo podría ser una señorita... Por Cuarto Intermedio

Las señales son importantes. En muchos casos, las señales, a lo largo del tiempo, se traducen en cuestiones concretas. Un ejemplo podría ser una señorita dándole a entender al caballero que tiene interés en conversar. Otro, cuando un presidente hace los deberes, no acude a expresiones demagógicas y se posiciona en el mundo como un líder serio.                

(Cuarto Intermedio  – 15 de octubre de 2009) – El caso que nos ocupa es Brasil. Este vecino país, que hace dos décadas y media salía de una longeva dictadura, poseía, en ese entonces, un nivel de desarrollo humano bajo, un nivel de pobreza altísimo y una estabilidad precaria. Argentina, si bien no gozó en sus primeros años de restauración democrática un sólido nivel de estabilidad económica, no dejó de fomentar la existencia de una gran clase media. Teníamos también a un presidente honesto y respetado (Alfonsín), cuyo coraje y respeto por las instituciones -independientemente de su fracaso económico- era valorado en el mundo entero (prueba de ello fue el desfile de figuras y mensajes en su reciente sepelio).

Brasil hoy es otro país. Lleva dieciséis años de estabilidad en sus gobiernos (ocho años de Cardoso y ocho de Lula), políticas de estado firmes cuyo rumbo no es modificado a voluntad, y la firme convicción de querer mejorar la calidad de vida de su gente. El Campeonato del Mundo y los Juegos Olímpicos son simples anécdotas; más importante aún son indicadores como el descenso de la pobreza, el surgimiento de una nueva clase media, el desempleo en niveles más que aceptables (7,2%), tal vez la tasa de interés más baja de su historia (8,25%), y podríamos seguir. Lo cierto, es que Brasil se consolidó como líder regional y sabe bien adonde va. No por nada Lula es recibido por Obama, y éste, frente a otros, indica que “es el hombre del momento”. Señales.

Argentina, últimamente, está llena de contradicciones. Por un lado, parece dispuesta a reintegrarse al mundo y a reestablecer sanas relaciones financieras con la comunidad internacional. La presidenta, en la India, condenó el terrorismo internacional en el marco de un viaje que propone fomentar el intercambio comercial. Nuestra Suprema Corte de Justicia es un ejemplo de independencia y equilibrio, y demuestra, a través de sus fallos e iniciativas su compromiso con, por ejemplo, las libertades y el medio ambiente. Sin embargo, ocurre también que nuestras relaciones internacionales son casi inexistentes (siendo que nuestro principal referente es Hugo Chávez), nuestras estadísticas no son creíbles, sacamos leyes trascendentes (y controvertidas) a las apuradas y retrocedemos en lo institucional desconociendo consensos previamente obtenidos (reforma en el Consejo de la Magistratura, en la ley de Administración Financiera y la reciente cancelación del sitio mejordemocracia.com, que mejoraba el acceso a la información pública en el ámbito del Poder Ejecutivo, etc.). Señales.

Le propongo al lector una breve reflexión, inspirada en el Evangelio según San Juan: “la verdad os hará libres”.

Es tiempo, entonces, de que cada uno de nosotros envíe, en cada uno de sus actos, señales cuya semilla sea la verdad. Así, podrá germinar una República robusta y duradera, para el beneficio de todos.