¿Por qué ordinarias y no extraordinarias?

Contra toda lógica el gobierno decidió extender las sesiones ordinarias hasta el 10 de diciembre para ver convertida en ley la Reforma Política y dejar... Por Cuarto Intermedio

Contra toda lógica el gobierno decidió extender las sesiones ordinarias hasta el 10 de diciembre para ver convertida en ley la Reforma Política y dejar así desairados a los opositores.

(Cuarto Intermedio  – 24 de noviembre de 2009) – El kirchnerismo demuestra una vez más que poco le importan las formalidades y los costos políticos, preparándose para enfrentar a una oposición y una opinión pública que les endilgará haber dejado trabajar al Congreso 10 días más con mayorías oficialistas, para luego clausurarlo cuando la pierdan.

El decreto publicado hoy en el Boletín Oficial, bien podría reemplazar el último artículo de forma por uno que diga alguna de las últimas frases de Diego Maradona.

Por regla general, salvo cuando un gobierno tiene un número muy favorable de legisladores oficialistas en las Cámaras, siempre convienen las extraordinarias a las ordinarias por el simple motivo que en ese caso, es el Ejecutivo el que define los temas a los que el Parlamento debe ceñirse durante el período de convocatoria. Mientras que en el caso de una prórroga de ordinarias, es el conjunto de legisladores quienes define el temario.

Del mismo modo en que es usual convocar a extraordinarias hasta fines de febrero, es de estilo que el período de prórroga de ordinarias se extienda hasta fines de diciembre (como el mismo gobierno dispuso en 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007), pero ello hubiera significado permitir a los nuevos y viejos legisladores opositores -con ventaja numérica a partir del 10 de diciembre-, tratar las iniciativas que estuvieron consensuando en contra de los intereses del gobierno.

Como esa alternativa era a todas luces inviable, era de esperar un discreto y elegante decreto que llame a extraordinarias hasta el 31 de diciembre para tratar un temario que además de la reforma electoral, incluyera algunos otros proyectos que no fueran inconvenientes al gobierno.

Podría argumentarse que se optó por ordinarias en pos de una mejor calidad institucional, dado que un llamado a extraordinarias hubiera tergiversado una vez más su fundamento, mientras que la prórroga de ordinarias está precisamente prevista para casos en que hay temas pendientes o en proceso de aprobación. Esto claramente puede ser desestimado por la escasa urgencia que puede otorgársele a la sanción de una reforma electoral que bien podría efectuarse a principios del próximo período.

Pero el kirchnerismo parece haber abandonado definitivamente toda sutileza que pueda verse como una actitud conciliadora. Ya sin puentes entre la oposición y el oficialismo, es de esperar que recrudezca la lucha por la designación de autoridades de ambas Cámaras y la composición de las comisiones. Ya hay amenazas cruzadas y el anticipo de un eventual conflicto de poderes en torno a la sanción de algunas normas a partir de marzo próximo y sus correspondientes vetos presidenciales. Y antes de todo esto, un debate con sordina sobre las facultades constitucionales que le asisten al Parlamento para, fuera del período de prórroga, avanzar en acciones tales como resoluciones, interpelaciones y hasta una moción de censura contra el Jefe de Gabinete de Ministros.