Volcamos, y no en el Dakar

Ninguno de los traspiés sufridos por el Gobierno a partir de la votación en Senado de la R125 había mostrado, hasta hoy, tanto desconcierto oficialista... Por Cuarto Intermedio

Ninguno de los traspiés sufridos por el Gobierno a partir de la votación en Senado de la R125 había mostrado, hasta hoy, tanto desconcierto oficialista como el que denota el conflicto con el BCRA en torno a la ejecución de las disposiciones del DNU 2010.

(Cuarto Intermedio – 07 de enero de 2010)- Luis Juez, Felipe Solá, Alberto Fernández, Mario Das Neves, Graciela Ocaña, son algunos ex funcionarios o ex socios políticos del gobierno, cuyas manifestaciones opositoras pueden caer bajo la consideración que habitualmente se tiene sobre las acusaciones de las ex esposas. Cualquier oficialista podrá desacreditarlas en virtud de algún supuesto despecho. ¿Pero cómo tratar a Martín Redrado de “antipatria”, como lo hizo Diana Conti, o de defensor de “intereses de la derecha”, como se desprende de manifestaciones del Viceministro de Economía Feletti? ¿No fue acaso Redrado un hombre clave de este Gobierno, propuesto por este Gobierno y hasta candidato a ministro en varias oportunidades, durante este gobierno?

Claro que todo quedó habilitado luego que el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, hiciera público el pedido de renuncia -primer y gravísimo error-, pasando a media tarde por el nombramiento de Mario Blejer como virtual reemplazante de Redrado, con su posterior confirmación a través de la desmentida. Para cuando el ministro Amado Buodou comenzó a pasear por canales de TV amigos para intentar restar importancia a la cuestión, y de paso despejar las dudas sembradas por su vice respecto a que el Fondo del Bicentenario se utilizará solo para pagar deuda, estaba claro que había una nueva pero gravísima crisis institucional.

Mi renuncia no es positiva

Hay cierto parecido entre el hito que marcó el desempate a manos de Cobos aquella madrugada de julio de 2009 y el actual conflicto. Tanto Julio como Martín son hombres de perfil bajo, cuidadísima imagen y grandes aspiraciones. Ambos marcaron diferencias con el gobierno al que pertenecen pero (al menos hasta hoy) siguen en sus puestos. Demás está decir que ninguno de ellos ha bebido agua bendita, jamás.

La situación de Cobos como Vicepresidente y líder absoluto de la oposición, es tan ridícula e inaudita que parece mentira que ya la aceptemos como normal. Pero no en vano somos argentinos. Claro que con el antecedente de la debacle en la que se vio envuelto el gobierno de la Alianza luego de la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez, la tentación de cambiar la jugada para quedarse con la partida, bien puede explicar la actitud de Cobos.

La situación de Redrado es más compleja. Su vida fue una carrera profesional. Su cambio de nombre, sus expresiones y acciones y hasta sus horas de peinado y el cuidado en mostrarse siempre desde su mejor perfil, no tuvieron otro objeto que el éxito en una carrera ascendente. Verse ante la posibilidad de ser enjuiciado por no cumplir con lo dispuesto por la Carta Orgánica del BCRA, como le adelantaron senadores de la oposición, o por no cumplir con lo dispuesto por un DNU de un gobierno en su ocaso de popularidad -único recurso que tiene el Ejecutivo para forzarlo-, no debe haber estado en sus planes. Pero al fin y al cabo, como reza el dicho: dime con quien andas…

2010: Odisea kirchnerista

Parece raro que Redrado no haya recibido un pedido de renuncia en privado, previo al que se hiciera público. Es mucho más verosímil que lo haya recibido y que se haya negado, confiado en que el gobierno comenzaría a buscar otra alternativa para evitar el conflicto.

Ahora a esperar la ayuda de la oposición parlamentaria y eventualmente de Cobos, con la que podrá sortear con éxito la acusación del gobierno, o bien un pronunciamiento de la Corte que le proporcione una salida menos traumática.

¿Pero cómo explicar que el gobierno haya tensado tanto la cuerda? ¿Será tan grave la situación fiscal real que el gobierno requiere la inmediata disponibilidad de esas reservas?

En este punto empieza a entrelazarse la suerte del DNU 2010 con la de un gobierno que para llegar al 2011, debe atravesar un 2010 que se presenta más escabroso que un circuito de rally. Por cierto mas complicado de lo que se preveía un mes atrás, tanto en lo económico como en lo político.