Hace 65 años…

El pasado 27 de enero se evocó, nuevamente, el 65º aniversario de la liberación de Auschwitz, que también conmemora el Día Internacional de la Memoria... Por Cuarto Intermedio

El pasado 27 de enero se evocó, nuevamente, el 65º aniversario de la liberación de Auschwitz, que también conmemora el Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto.

(Cuarto Intermedio – 29 de enero de 2010)- Aquel año, estando en Europa cumpliendo con otras responsabilidades, sentí la necesidad de intentar comprender en qué consistió la maquinaria nazi que tantas vidas se cobró. Ver, in situ, un campo de concentración, su ingeniería industrial dedicada a la muerte, su emplazamiento geográfico… y por más difícil que pudiera ser, acercarme al “por qué”. Así fue como, tras un viaje de algunas horas, aterrizamos en Polonia.

El periplo comenzó en la ciudad de Cracovia. Esta ciudad, cuyos orígenes datan del siglo VII, es muy pintoresca y atractiva. Además de haber sido, tradicionalmente, un espacio que nucleaba la vida cultural, académica y artística de Polonia, el centro histórico de Cracovia fue declarado por la UNESCO, en 1978, sitio de patrimonio mundial. Ése fue, tal vez, el primer impacto de lo que íbamos a ver. Tan simpática ciudad, también funcionó como capital del Gobierno General de la Alemania nazi; ciudad que encerró a muchos judíos y disidentes en un ghetto, y envió a tantos otros a la muerte o al trabajo forzado en campos de concentración.

Al día siguiente, tras aproximadamente 3 horas de auto, y pasando por un silencioso pueblo llamado Oszwiecim, llegamos al campo. Una leve brisa revelaba los suaves acordes emanados por las hojas. Al dirigirnos hacia la entrada, nos invadió el silencio. Estábamos pasando por debajo del tristemente célebre Arbeit Macht Frei (“el trabajo libera”; letrero que fue robado y recuperado hace poco).

Así pasamos el día. En silencio. Caminando debajo de los árboles, y entrando en grandes construcciones similares a la de cualquier fábrica. Una de ellas, ambientada como museo, tiene en su interior una serie de cuartos vidriados que contienen elementos que nos acercaban a la muerte. Los cuartos eran bien grandes, de unos 30 metros de largo por 3 ó 4 de ancho, con techos de triple altura. Estaban llenos de valijas, anteojos, ropa, zapatos, pelo. Había otros con latas de Zyklon B (el gas usado para el exterminio). Y fotos. De experimentos con seres humanos (del infame Dr. Mengele), de la condición de los prisioneros, etc.El complejo Auschwitz-Birkenau incluye, además del campo citado, la extensión de las instalaciones hacia el pueblo vecino, así como también 45 campos satélites. En Birkenau, las vías del ferrocarril llegan directamente adentro del campo, y el tren se pasaba al andén, de allí a un sector de selección, y en función del destino (vida o muerte) se caminaba por un trayecto, que todavía existe, a las cámaras de gas (destruidas por los nazis en su apuro por eliminar la evidencia). Podrá cada uno imaginar los campos nevados en invierno, y el cantar de los pájaros en verano. Las chimeneas humeantes constantemente (con olor a piel humana, dado que las fosas comunes eran más caras y menos higiénicas), y los cuerpos esqueléticos de las almas todavía vivas, que se encontraban allí por una mala jugada del hado. Más de un millón fueron, así, brutalmente asesinados. ¿El trabajo libera?Quizá el lector se pregunte por qué traigo este tema a colación.

Hay quienes todavía pretenden hacernos creer que el Holocausto no existió. Hay quienes dicen que semejantes atrocidades estaban justificadas. Hay quienes prefieren olvidar. Hay quienes prefieren no saber.

Merece la pena, entonces, un momento de reflexión, en donde podamos detenernos un instante, y ser conscientes de lo importante que es la justicia, las normas y el respeto. Comprender por qué la Argentina no comparte la visión de aquellos estados que son funcionales al olvido. No olvidarnos de ello, no sólo servirá para evitar futuros genocidios o terrorismo de Estado, sino que valdrá para cuidar las bases de nuestras instituciones con vistas al camino que, sinuoso o no, nos llevará hacia el futuro.