Un “perseguido”

En varias oportunidades se ha hablado en este espacio del abogado Enrique Piragini. Se trata de un personaje singular, que por la agresión que sufrió... Por Cuarto Intermedio

En varias oportunidades se ha hablado en este espacio del abogado Enrique Piragini. Se trata de un personaje singular, que por la agresión que sufrió el hijo de su ex pareja hace unos cinco años comenzó a frecuentar a periodistas contando su historia.

(Cuarto Intermedio – 22 de abril de 2010)- Pero luego se entusiasmó con la aparición en los diarios, se acercó al menemismo, fue funcional a Ernestina Herrera de Noble en la causa por el ADN de sus hijos y, finalmente, se convirtió en un “denunciator” permanente contra el gobierno.Lo cierto es que Piragini abre el diario cada mañana, busca alguna noticia que pudiera encerrar irregularidades vinculadas con el gobierno, escribe una carilla en su computadora y va a tribunales a hacer la denuncia. A veces lo acompañan en esas acciones otros abogados, pero generalmente se presenta como titular de una ONG llamada ARIEL Somos todos.Dos jueces se hartaron de sus presentaciones rocambolescas y en sendos fallos pidieron que el Colegio Público de Abogados lo llamara a la cordura. Primero fue el juez Claudio Bonadío y luego su colega Daniel Rafecas. Piragini les respondió a ambos elevando la apuesta: a Bonadío le pidió juicio político ante el Consejo de la Magistratura y a Rafecas acaba de apelarle en duros términos un sobreseimiento a favor de la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Rafecas lo llamó “temerario” y Piragini consideró que ello le causa un “gravamen irreparable”. Además, difundió entre sus allegados que es un abogado “perseguido” por oponerse al gobierno. Algo de razón le asiste, porque el gobierno, a través de sus medios de comunicación, sacó a relucir su prontuario. Pero también es cierto que Piragini tiene ese prontuario.Ahora sus quejas apuntan a los jueces y también al Tribunal de Disciplina del Colegio de Abogados, al que acusa de ser la “inteligencia kirchnerista” y funcionar como una suerte de “gestapo” moderna. Acaso olvidando que para convertirse en un denunciante serio debería obtener alguna vez un fallo favorable a sus múltiples denuncias que, como dice el juez Bonadío, son un compendio de “corta y pega” de recortes de los diarios.Para Rafecas, Piragini es menos serio aún: “Este Tribunal asiste una vez más, a la formulación de una denuncia en la que, evidentemente, no se han mensurado prudentemente las gravísimas imputaciones que sus promotores han proferido y que a poco de ser examinadas, revelan un único y endeble elemento de convicción que las sustenta, sobre el que se ha intentado ensamblar una frágil estructura jurídica”.