Los protos

Se suele escuchar que la Argentina es un país imprevisible, o que una semana o un mes en política es una eternidad. Claro, en tiempos... Por Cuarto Intermedio

Se suele escuchar que la Argentina es un país imprevisible, o que una semana o un mes en política es una eternidad. Claro, en tiempos electorales (como los que corren), esto se acentúa aun más, especialmente si de definiciones sobre candidaturas se trata.     

(Cuarto Intermedio – 3 de junio de 2011)- ¿Se presentará Cristina Fernández de Kirchner a la reelección? ¿Podrá la oposición ofrecer una alternativa superadora? O mejor, ¿quién es la oposición?Mucha de esta incertidumbre viene de nuestra historia: a lo largo de las décadas, gobiernos dictatoriales voltearon gobiernos constitucionales, de un día para otro los científicos fueron echados, de repente el partido más popular fue prohibido, y más de una vez los ahorros se esfumaron de los bolsillos de la gente así como el agua escapa a un puño cerrado. Sin embargo, en los años de la democracia restaurada hemos tenido líderes fuertes y decididos, que sabían (o descubrieron) adonde querían ir, marcaron un rumbo, y, tal vez con más defectos que virtudes, pero con virtudes al fin, iban. Menem y Kirchner son dos casos representativos. Con distinto estilo y prioridades de política, ambos le ponían el pecho a las campañas electorales jugándose por cada voto. Si algo que estos dos políticos de raza no eran, es que no eran tibios.El contraste con el presente es notable. El nivel de tibieza, temor y mediocridad que vemos en la oposición es asombroso. La mayoría de los candidatos, presidenciales y provinciales, (por no decir todos, para no caer en generalizaciones muy amplias) son timoratos y chatos, y es por ello que terminan cayendo en una nueva categoría: los protokirchneristas.Son varios los precandidatos presidenciales que han desertado. Por conveniencia inmediata o falta de principios, han optado por “bajarse” de la carrera. Señores y señoras: quien desee liderar los destinos de la república desde un espacio opositor, debe ser un opositor (valga la redundancia), manteniendo sus principios y su integridad. ¿Cómo es posible que uno renuncie a encabezar o disputar seriamente el liderazgo de la oposición y al mismo tiempo pretender ser Presidente de los argentinos? El caso de Macri es paradigmático. Uno tiene que estar dispuesto a perder en grande para luego poder ganar. Para eso, se necesita coherencia y perseverancia. Solo hay que observar a Lula en Brasil o a los distintos candidatos que lideraron la derecha chilena hasta que Piñera se convirtió en Presidente hace un año. ¿Y el resto? El resto, con excepción de Elisa Carrió, no sólo no compiten o no dicen si compiten, sino que se proclaman admiradores del kirchnerismo. ¿Cómo? Sí, candidatos de la oposición dicen que votarían al kirchnerismo, a nivel nacional, provincial o municipal. Pino Solanas, que decidió dejar vacante su proyecto nacional, sostuvo que apoyaría a Filmus en la ciudad. Binner, que le pone límites a las personas y no a las ideas, también estuvo del lado del oficialismo más de una vez (y aquí no me refiero a apoyar políticas de Estado, sino a diferenciarse en términos electorales). O sea, también, como Solanas, cae en la nueva categoría. Y, ¿saben qué? Es poco serio.La elección presidencial es un momento trascendente en la vida de una república, sin embargo, da la sensación que aquí no nos hemos dado por aludidos. Lo lógico sería que uno, dos o tres partidos de la oposición tuviesen una idea, que transformada en un plan de gobierno, marcase el rumbo de la nación en el corto, mediano y largo plazo. Este programa debería ser liderado por alguien capaz y con visión de estadista, con confianza en sí mismo y coherencia en su proceder, sabiéndose diferenciar del oficialismo de turno. Y dispuesto o dispuesta a sostener esos principios fundamentales a pesar del paso del tiempo.¿Y con qué nos encontramos? Nos encontramos con una oposición desmembrada; con un grupo de protokirchneristas que ni siquiera cree en sí mismo. ¿Y así se pretende ser un Presidente o gobernador de alto vuelo?En un programa radial llamado Generación del 80, luego de que el entrevistado afirmó que no tenía ninguna chance real de convertirse en gobernador de Santa Fe, escuché al entrevistador preguntarle a Raúl Castells, “dígame, Raúl, ¿y por qué continúa presentándose como candidato, si usted sabe que no va a ganar?”. La respuesta fue: “hombre, yo tengo principios, y no me voy a prostituir políticamente”.Es posible que la situación se acomode, y la oposición se organice (ojalá, independientemente del resultado). Pero para madurar y salir de la coyuntura, ¿será que necesitamos más gente con la tenacidad y perseverancia de Castells?