El diario de Yrigoyen

Hay que ser honestos intelectualmente. Y es desde la inspiración de la historia, y nuevamente desde estas mismas líneas, que reafirmo que el pueblo siempre... Por Cuarto Intermedio

Hay que ser honestos intelectualmente. Y es desde la inspiración de la historia, y nuevamente desde estas mismas líneas, que reafirmo que el pueblo siempre tiene razón.     

(Cuarto Intermedio – 17 de agosto de 2011)- Desde ese punto de vista, entonces, el abrumador resultado del Frente para la Victoria en las elecciones primarias del pasado domingo es incuestionable. Sin embargo, la enorme diferencia obtenida por el espacio kirchnerista le abre la puerta al debate.Durante los últimos días de campaña, los dirigentes Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde, Elisa Carrió y Alberto Rodríguez Saá gritaron, a los cuatro vientos, que darían el golpe de efecto. Dijeron que aspiraban al segundo puesto, y que le sacarían una considerable diferencia al tercero (todos admitían la fortaleza presidencial), posicionándose en óptimas condiciones de cara a las elecciones de octubre. Apuntaban, así, a una polarización entre el oficialismo y quien saliese segundo.Los resultados, elecciones mediante, hablan por sí solos. El fracaso del llamado arco opositor es rotundo y categórico. Ninguno fue capaz de enamorar siquiera significativamente a la sociedad. Y los discursos post paliza fueron paupérrimos. De nuevo, Alfonsín y Duhalde sostuvieron que le darían un susto a la Presidenta, añadiendo que llegarían a la segunda vuelta en la elección general. Carrió fue honesta al declarar que el pueblo le quitó poder, y Binner, de mediocre elección, aspira a crecer en nuevas contiendas electorales.Cuenta la leyenda -también conocida como mito urbano- que los acólitos del Presidente Hipólito Yrigoyen, en su segunda presidencia (1928-1930), fueron de lo más ocurrentes. La racionalidad presidencial, erosionada por la vejez, habría hecho que los citados cortesanos ideasen un diario que sólo contuviese las buenas noticias que el anciano caudillo deseaba leer. El contacto entre Yrigoyen y lo que pasaba a su alrededor estaba distorsionado, o, en otras palabras, veía una realidad que no era tal.No me queda claro si los dirigentes (pseudo) opositores no palpan la realidad, o si sus asesores o adlátere de turno les acercan únicamente las noticias jugosas. Es cierto, hablar con el diario del lunes es bien sencillo, pero quien pretende gobernar el destino de los argentinos no está a la altura de la historia si se rige con la versión 2011 del diario de Yrigoyen.¿Ninguno se dio cuenta de que la sociedad no validaría sus propuestas?A fines de 2001, hubo un reclamo generalizado a los políticos de entonces, identificado con una frase que lo resume todo: “que se vayan todos”. ¿Y quién se fue? ¿Duhalde? ¿Alfonsín? ¿Carrió? ¿Rodríguez Saá? ¿Los barones del conurbano? Pues no, y no sólo no se fue nadie, sino que los máximos dirigentes del país, en una clara demostración de egoísmo, renuncian a renunciar, impiden el surgimiento de nuevas figuras y sólo tienen aspiraciones de máxima. Todos quieren ser Presidente. ¿O acaso la demanda de un programa común, de políticas de Estado a largo plazo, consensuado por un amplio espectro de la dirigencia, es cosa nueva? Pero claro, para lograr este cometido, alguien tiene que ceder. Y para que eso pase, alguien tiene que tener espíritu patriótico.¿Por qué la performance opositora fue tan, pero tan mala? Por algo será.Al fin y al cabo, el oficialismo es quien mantiene la coherencia. Mantiene la coherencia de sostener una tasa de desocupación aceptable, de haber impulsado la Ley de Medios, de promover políticas de derechos humanos y de continuar con la expansión económica. También es coherente al continuar negando la inflación, al tildar a la inseguridad de sensación, a seguir sin brindar un diálogo fluido con la prensa y a promover avasallamientos institucionales de variado tipo.El pueblo, soberano, al introducir los sobres a las urnas, ha optado por soslayar, en su elección de candidatos, el escándalo Schoklender-Madres de Plaza de Mayo, los aviones de Ricardo Jaime, la valija de Antonini, los alquileres del juez Zaffaroni; ha preferido el manejo discrecional de la AnSes, el costo de Aerolíneas Argentinas y el monopolio (ahora estatal) del Fútbol para Todos.Ojalá la Presidenta de la nación mantenga el espíritu moderado y conciliador que ofreció el domingo a la noche. Ojalá el llamado a la unidad y a acuerdos políticos se traduzca en sustancia. Ojalá no se vea tentada de leer un diario que sólo le muestre bondades, logros y aciertos, y genuinamente se dedique a mejorar las oportunidades de la gente, promoviendo el empleo genuino, sustentable, integrado al mundo, en un justo funcionamiento de la sociedad.Ojalá.