“Todo lo que sube, baja”, reza una de las máximas de la teoría de la gravedad. Y si bien esta frase le pertenece al campo de la Física, hay infinidad de ramas o disciplinas que la han tomado prestada para ejemplificar determinadas acciones propias.
El ámbito político, por su parte, tampoco ha sido la excepción, aunque lo sucedido hace ya hace algunas semanas con Daniel Reposo, requeriría de algunas otras frases de la Física, puesto que luego de que su candidatura para suceder a Esteban Righi en la Procuración General de la Nación alcanzará su pico máximo de exposición mediática, al poco tiempo terminó sumergiéndose estrepitosamente y a gran velocidad en un profundo “valle”, para finalmente desaparecer (aquí no solo entraría la teoría de la gravedad, sino también otros factores como la velocidad y, por qué no, la existencia misma).
Pero el corto y frustrado camino del titular de la SIGEN para convertirse en el jefe de los fiscales tuvo su paréntesis “esperanzador”, dado que el jefe de bloque del Frente para la Victoria (FpV) en la Cámara Alta, Miguel Angel Pichetto, cerca estuvo de resolver el problema matemático que le significó saber con cuántas manos alzadas contaría, llegado el momento de su tratamiento en el recinto (cosa que finalmente no sucedió).
Es que curiosamente, la ecuación del resultado final que es de público conocimiento, resultó simétrica por donde se la mirara: fueron dos los senadores que a punto estuvieron de allanarle el camino a la Procuración; y dos las senadoras (coincidencia tanto en número como de género) que le pusieron punto final a sus aspiraciones. En el primer caso, Juan Carlos Romero (que aspiraba a recibir apoyo del kirchnerismo de cara a las futuras internas en Salta) y el puntano Adolfo Rodríguez Saá (se había acordado la visita de Cristina a sus tierras a cambio de apoyo en el parlamento), asomaban como los potenciales y misteriosos (esto quiere decir, que se manifestarían a favor a último momento) votos positivos para el oficialismo. No obstante y tras la “dantesca” exposición de Reposo en el Senado de la Nación, las senadoras Sonia Escudero (Salta) y Roxana Latorre (Santa Fe) fueron quienes, en cierta forma, le “cerraron con llave” la entrada de la Procuración a Reposo.
Con la suerte ya echada y a pocos días de que el gobierno nacional inevitablemente reciba su primer “cachetazo” desde el Congreso, Reposo envío su carta de renuncia (también con errores ortográficos, al igual que pasó con su currículum) y solo se volvió a escuchar su apellido nuevamente, en ocasión que desde Balcarce 50 le tiraban de las orejas a Amado Boudou por haberlo promovido.
Aún sin haber superado el paso en falso, desde el Ejecutivo nacional se movieron rápidamente y promovieron la candidatura de la fiscal Alejandra Gils Carbó, quien no solo cuenta con el beneplácito de gran parte del arco opositor, sino que también guarda muy buen concepto entre sus pares de la Justicia.
Sin embargo, la “cocina” de la decisión que terminó por ungir a esta acérrima enemiga de Papel Prensa y Clarín, resultó, según pudo indagar Cuarto Intermedio, un tanto “contradictoria”. Al parecer, la fiscal mantiene una cordial amistad con un empresario de los medios de comunicación (de llegada directa a Casa de Gobierno), que también se lo vincula fuertemente al deporte de los caballos. Y, pese a que la elección no haya dependido directamente de su persona, sí habrían influido las excelentes referencias que expresó durante una de sus frecuentes visitas a la Casa Rosada.
Es por ello que habrá que esperar entonces, a que cuando llegue el momento de tratar el pliego de Gils Carbó en el Senado nacional la oposición, justamente en su afán por acrecentar su rol opositor, no eche por tierra la candidatura de la fiscal aludiendo su amistad con el empresario que, bajo la mirada de la opinión pública, es portador de una imagen para nada positiva.