Hace pocos días leíamos una investigación de un diario de esta ciudad relativa al aumento de los casos de cosas robadas puestas a la venta a través de sitios de internet destinados a la compra-venta de objetos.
También planteaba la nota que han aumentado mucho las ofertas de bienes a través de las redes sociales, que tienen todavía menos control que los sitios de comercio electrónico. Otra de las ventajas relativas que ofrece la web a la hora de ofrecer objetos de origen ilícito, es la posibilidad del anonimato o de crear perfiles falsos de vendedor.
Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE) -sigue la investigación- hay casi 10 millones de personas en nuestro país que comercian a través de internet, y las operaciones de 2011 son un 49,5% mayores que el año anterior, es decir, que en un solo año el comercio electrónico en la Argentina aumentó casi un 50%.
Muchas veces he las enormes ventajas que le ha aportado la tecnología a nuestras vidas, desde la facilitación de un montón de tareas cotidianas hasta la posibilidad de conocer y comunicarnos con personas de todo el planeta, ni más ni menos que el fenómeno de la gran aldea global. Paralelamente, se han señalado los riesgos que estas nuevas herramientas traen consigo si se las utiliza prescindiendo de algunos cuidados básicos.
La extensión que ha tomado internet, con conexiones cada vez más veloces y económicas, así como la posibilidad de acceder sin necesidad de tener una computadora en casa, sea a través de los lugares públicos con “wifi” o los teléfonos móviles, ha logrado un nivel de conectividad que en el caso de Argentina, está a la vanguardia de Latinoamérica en cuanto al porcentaje de la población total, e incluso mayor que la media mundial. De allí que, no debe extrañarnos que todo tipo de delitos se cometan hoy también con una “versión digital”.
Pero más allá de este aspecto, lo que nos plantea la investigación que comento no es tan solo el peligro de comprar objetos robados, que lo hay, sino nuestra contribución a la “cadena de comercialización” de esos objetos cada vez que los adquirimos utilizando los sitios de comercio electrónico.
Cuando fue el auge de la venta de autopartes en los llamados “desarmaderos”, existieron campañas tendientes a que la gente tomara conciencia que debía dejar de comprar repuestos de autos que no estuvieran identificados como originales, ya que los supuestos elementos usados no eran más que partes de autos robados y luego “cortados” en estos talleres clandestinos. Se decía que el repuesto conseguido a bajo precio podía estar manchado de sangre, en alusión a que hubo cientos de casos de víctimas lesionadas o muertas en hechos delictivos de robo de automotores. La misma nota hace referencia a los operativos de la Dirección Nacional de Fiscalización de Autopartes, creada por una ley que además prevé un registro y la obligación de que los repuestos usados tuvieran una especie de estampilla que diera cuenta de su origen legítimo.
Si bien se mira, no existe diferencia entre esa situación y la que plantean algunos “avisos” de los sitios de venta electrónica. La sospecha de que pueda tratarse de un objeto robado, sea por su origen o su bajo precio, debería ser un motivo suficiente para desalentar las operaciones. Los responsables de Mercado Libre explican que el navegante dispone de un botón para denunciar las publicaciones que consideren sospechosas de infringir los términos de utilización del sitio, o la legislación vigente. Ante estos reportes, le solicitan al vendedor que acredite el origen del objeto y si no reciben una respuesta satisfactoria, remueven la publicación.
Debemos pensar que todo lo que hagamos para no favorecer un extremo de este tipo de cadenas (como la de la venta de droga) desalentará la producción del “producto” en el otro extremo y en los pasos intermedios.
El consejo que siempre damos de no hacer en la vida virtual lo que no haríamos en la vida real es aquí también plenamente aplicable.
Ambos planos siempre se nos cruzan, para bien o para mal.
*Fiscal General ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional. Cap. Fed www.ricardosaenz.com.ar