Sonaría raro decir que alguien pueda llegar a estar incómodo observando algo desde una platea. No obstante, algo de eso pasa por estos días en el ámbito político local: ocurre que la pelea que tiene como protagonistas a los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y al de Daniel Scioli tiene como inusitado espectador de lujo al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
Recientemente llegado del exterior, el ex presidente de Boca Juniors volvió a optar por llamarse a silencio en ocasión donde se discutían los alcances de la ley de Emergencia Nacional. De hecho, solo un puñado de sus ministros o legisladores afines emitieron “tibios” conceptos en relación a este tema en los medios de comunicación. “Lo mejor que puede hacer Macri es seguir ´guardado´ mientras dure todo esto”, deslizó por lo bajo un allegado al PRO. Incluso, también consideran que la mejor forma de capitalizar el desgaste que se está produciendo entre la Presidenta y el gobernador bonaerense, debe seguir pasando por esa suerte de “silenciosa” táctica.
Es por ello, que desde el partido del jefe de Gobierno porteño prefieren que su líder no se tiente a salir públicamente en pos de aprovechar el viento de cola proveniente de esta disputa, ya que el resultado podría traerle serios dolores de cabeza: es que si bien gozaría de una excelente oportunidad para jactarse de la autonomía de su gestión y que pese a los obstáculos que le propinan desde Balcarce 50, la economía de la Ciudad goza de una “relativa” calma, hay quienes además piensan que una repentina salida a escena le jugaría muy en contra en el corto plazo. Por un lado, el kirchnerismo no se dejaría “avanzar” gratuitamente y se lo retrucaría resaltando el tema de sus prolongadas ausencias en el país. Pero además, también tienen la opción de volver a poner temas sobre el tapete que incomodaron mucho a la gestión de Macri: el manejo de los subtes y el proyecto de la diputada Diana Conti para que el Banco Nación absorba todos los depósitos judiciales del Ciudad (actualmente una de las fuentes más importantes de ingresos de esta última entidad).
Por tanto y muy resguardado por parte de sus asesores para evitar que “el diablo meta la cola”, a Macri se lo verá sonriente e inaugurando obras (como lo hizo recientemente con la del canal aliviador del Arroyo Maldonado), pero totalmente ajeno a los ecos que provengan tanto de Casa Rosada, como de La Plata.