La hoguera de vanidades en que se ha convertido la Justicia federal porteña escribió hace algunos días un nuevo capítulo. Un fiscal federal calificó como “monarca” y “caprichoso” a un juez que le retaceó el acceso a un expediente y lo invitó a que concurriera a su despacho si quería compulsarlo.
El fiscal federal Federico Delgado se ofuscó con el juez Julián Ercolini, quien le rechazó un pedido para que le enviara un expediente en el marco de una investigación, y lo convidó a que “vaya al juzgado para ver las actuaciones… para compulsarlas, actualizar los registros propios y los que exige la institución”.
“La fiscalía no reclama una gracia del monarca, sino que un funcionario público cumpla con la ley y no cercene una participación que esa misma ley prevé para otro actor”, disparó Delgado.
Ercolini le había negado enviarle el expediente, lo que obligaba al fiscal a caminar hasta su despacho, en el mismo edificio, para compulsar las actuaciones.
“Es de dudosa legalidad el latiguillo de poner a disposición los expedientes. El Ministerio Público Fiscal no es un actor contingente, sino necesario pues es una de las partes que integran el sistema de enjuiciamiento penal. Precisamente por ello, aunque sea formalmente válido el latiguillo, (y las formalidades son una especialidad de ese tribunal), en los hechos se transforma en un mojón que nos impide trabajar”, insistió el fiscal. Sin embargo, no es la primera vez que Delgado tiene este tipo de inconvenientes (innecesarios, por caso, dado que por cuestiones personales termina estirando la resolución de las causas), ya que anteriormente supo enfrentarse con el juez federal Claudio Bonadío en el marco del expediente por la tragedia de Once: el fiscal, quien resultó separado de la investigación, acusó a Bonadío de ocultarle la causa y hasta ameritó la intervención de la Cámara Federal.
Es por ello, entonces, que por sus disputas con los magistrados (los sucesos están a la vista), Delgado termina concentrando el tiempo -factor valiosísimo para la Justicia- en cruzar escritos y formalidades con su pares, en lugar de abocarse de lleno a su trabajo. Será, acaso y tal como circuló por los pasillos de los tribunales, que distrae el paso de las horas dilatando ciertas causas para ocultar su “limitada” formación técnica…