…Como personas, como sociedad, ¿cuál es el límite? En los últimos meses asistimos a una espiral ascendente en esta verdadera enfermedad que nos afecta con muertes, lesionados y familias destruidas por siniestros viales.
De otras sociedades nos observan alarmados porque tenemos más víctimas por esta enfermedad vial que por homicidios y nosotros…nada.
Frecuentemente me viene a la memoria esa definición extremadamente “cruda” y dolorosa, del Consejo de Ministros del Transporte de Europa, allá por los ’80: “Las sociedades tienen la cantidad de muertos en siniestros viales que están dispuestas a TOLERAR”.
Cuando consideramos a las “víctimas de los siniestros viales”, generalmente lo limitamos a aquellos que lamentablemente perdieron la vida (literalmente) a consecuencia de los mismos.
Nos olvidamos de los que “pierden la vida” en vida.
Los que quedan incapacitados física y psíquicamente como consecuencia de las lesiones y los grupos familiares con “ausencias de seres queridos” también son víctimas.
Y una sociedad que “TOLERA” esa “perdida de vida” de sus integrantes, “naturalizando”(1) el problema, está enferma y es víctima de sí misma. O sea, es “víctima” y “victimaria”.
¿Hasta CUÁNDO?; ¿Hasta CUÁNTO?
*Director ISEV
(1) Decimos que “naturalizamos” el problema porque consciente o inconscientemente pensamos al “siniestro vial” (más allá del nombre que le pongamos) como un acontecimiento trágico del destino o de la acción despreocupada o despreciativa de un tercero. NO NOS HACEMOS CARGO.