El Frente de Todos liderado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner obtuvo un contundente resultado en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) tras recibir el 47,65% de los votos con casi la totalidad de las mesas escrutadas.
Muy por detrás quedó Mauricio Macri, quien cosechó el 32,08% -15 puntos de diferencia- y además perdió los votos del todo el territorio nacional, a excepción de Córdoba y Ciudad de Buenos Aires.
“Hemos tenido una mala elección y nos obliga a redoblar los esfuerzos de cara a octubre… Duele que hoy no hayamos tenido todo el apoyo que esperábamos”, manifestó el Presidente pasadas las 22.30 horas, casi en simultáneo con los primeros resultados que tardíamente comenzaron a difundirse ante la ira de los demás partidos políticos y la expectativa de los medios de comunicación.
Si bien se trató de una elección en la que las agrupaciones definieron sus candidatos para los comicios generales del 27 de octubre, no se puede dejar de lado que también hace las veces de “termómetro” o de “gran encuesta”, por lo que no resultan infundadas las múltiples dudas generadas dentro del oficialismo respecto de las chances reales con las que llegarán a esa instancia.
Además, otro punto clave -y de preocupación- que sumó a la derrota de Juntos por el Cambio fue la falta de apoyo que recibió la gobernadora María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires al ser superada por más del 17 por ciento por Axel Kicillof. En este caso y pese a que puertas adentro las mediciones no eran para nada alentadoras, desde el propio seno de la mandataria se sorprendieron por el fuerte revés que recibió una de las figuras que mejor medía de Cambiemos.
Es por ello que el Gobierno nacional, a partir de ahora, tiene por delante dos importantes desafíos: por un lado, apuntalar la gestión política y económica dado que se le avecinan tiempos difíciles luego del cimbronazo recibido, ya que la aparente paz cambiaria que relativamente habían domado ahora se verá fuertemente alterada por los ánimos de los mercados, quienes se mostrarán día a día expectantes por la gobernabilidad.
Por otro lado, Macri deberá buscar la forma de seducir a aquellos que optaron por otras fuerzas -y también a los que no lo hicieron por ninguna- para achicar la diferencia que lo separa de la fórmula liderada por Alberto Fernández. En ese plan, tendrá que rearmar su estrategia en el territorio bonaerense para apuntalar la figura de Vidal, principal bastión de voluntades para todos los que aspiran a llegar -o en este caso retener- el sillón de Rivadavia de la Casa Rosada.
Para el resto del país, en tanto, el panorama se les vislumbra sumamente complicado de revertir en la mayoría de los distritos.