“Los ataques se repiten variando su intensidad y su frecuencia, pero siguen estando presentes, a medida que pasa el tiempo como sociedad en su conjunto empezamos a naturalizarlos a ellos y ese es el peor de los escenarios, para nuestros valores ciudadanos y el país”, expresaron desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) por medio de un comunicado.
En ese sentido, precisaron que la cuenta de los hechos arroja el número de al menos 125 silobolsas afectadas, las cuales más allá de su cuantía representan en el inconsciente colectivo del sector otra cosa que enciende las alarmas, no solo económicas, sino también las de los estados de ánimo, las intelectuales y morales. “Nos retrotrae a situaciones pasadas, un dejavú, escenario de conflicto, que si bien obviamente no es el mismo, encuentra ciertas similitudes en el estado de ánimo de los productores y nos encuentra a todo el sector unido en contra que aquello que simplemente está mal”, señalaron.
De acuerdo a los datos proporcionados por el Departamento Económico de CRA, las 125 roturas de silobolsas equivalen a 12.500 toneladas afectadas, y pudriéndose a la intemperie entre el agua y el barro se podrían haber destinado a: 1.750 jubilaciones mínimas; 3.000 Planes IFE (Ingreso Familiar de Emergencia); 673.000 raciones de comedores comunitarios; 900.000 paquetes de fideos, de harina o polenta; 750.000 litros de leche; 700.000 paquetes de arroz; 110.000 kg de asado; 85.700 kg de milanesas.
A la luz de esas estadísticas, desde CRA sostuvieron que los actos de vandalismo contra el campo ataca a la mesa familiar de los argentinos, así como también la base de la integración productiva pecuaria del país, que representó el 67% de las exportaciones del mismo el año pasado, y este año esa alícuota, fruto de la situación de la pandemia, crecerá por encima del 82% del total.
“El vandalismo se comporta como un virus que se expande, sin dirección, sin discernimiento, con la sola premisa de dañar por dañar, con total ignorancia, sin hacerse cargo de las consecuencias de sus actos, y justamente ahí está su ceguera intelectual. A veces, tener claro el impacto de las acciones nos ayuda racionalizar las mismas. A veces no es maldad, es simplemente ignorancia, 673.000 chicos podrían haber comido con lo que se perdió, y no lo perdió solo un sector, lo perdió la mesa de los argentinos, lo perdió toda la sociedad, lo perdimos todos como país y es que en la vida, podemos hacer lo que queramos, pero lo que no podemos hacer es evitar las consecuencias de nuestros actos”, reflexionaron.