Ofuscado, quizás, por las diferencias insalvables entre el Jefe de Gobierno porteño (Horacio Rodríguez Larreta) y el gobernador bonaerense (Axel Kicillof), sumado al “tibio” acompañamiento de una gran parte de los gobernadores en cuanto a la posibilidad de adoptar medidas “extremas” para con sus poblaciones por el avance de la “segunda ola” del COVID-19, el Presidente Alberto Fernández “pateó” el tablero el miércoles por la noche y decreto un virtual “toque de queda” que regirá para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) entre las 20 y las 6 horas, junto con la suspensión de las clases en todos sus niveles; y el cierre de la actividad comercial a partir de las 19 horas -los shoppings por completo-. Todo esto, por las próximas dos semanas (es decir, hasta el 30 de abril).
“El cumplimiento de las medidas estará a cargo de las fuerzas federales, mientras que las Fuerzas Armadas colaborarán con la atención sanitaria donde sea necesario”, advirtió el primer mandatario durante su mensaje.
En ese mismo acto, además, invitó a los gobernadores a que “adhieran” a su decisión, la cual y a diferencia de aquellas del 2020 que conservaban similares características, la tomó prácticamente en solitario ante la falta de un respaldo contundente por parte de muchos de ellos.
“En la Argentina el avance de la pandemia nos está exigiendo un poco más. Hoy preferí hablarles nuevamente y tomar medidas porque creo que lo que hemos intentado la semana pasada ha sido poco a la luz de muchas cosas que hemos visto ocurrir a lo largo de este fin de semana en el Área Metropolitana de Buenos Aires”, expresó.
En ese sentido, graficó que hace apenas un mes atrás se llevaban acumulados 45.498 casos de contagios, mientras que la semana pasado fueron 122.468; y que la semana en curso seguramente superará esa cifra. “El contagio no está en las fábricas, no está centralmente en los negocios que con distancia social pueden atender a los clientes. El problema central está en las reuniones sociales donde la gente se distiende y en ese momento de distracción, de esparcimiento, es mucho más fácil contraer el virus”, justificó, a la vez que le pidió a los gobiernos provinciales y municipales que “fiscalicen” las decisiones que tomó y hagan cumplir las decisiones. “Espero que los gobernadores y los intendentes que entienden que deben acompañarme en este momento difícil, lo hagan”, insistió.
Por otro lado y si bien confirmó que habrá una asistencia económica para monotributistas de las categorías más bajas del AMBA, así como también un bono de 15 mil pesos para los beneficiarios de planes sociales, de seguro resultará insuficiente para el grueso de esos bolsillos en el contexto inflacionario actual.
Otra particularidad durante su discurso se produjo cuando, en pos de continuar justificando su determinación, se refirió a los profesionales de la salud. “El sistema sanitario también se ha relajado. En un tiempo en donde los contagios estaban disminuyendo, abrieron puertas para atender otro tipo de necesidades quirúrgicas que podían esperar pero que creyeron que era oportuno tratarlos ahora”, acusó insólitamente.
En otro orden y con la intención de echar algo de luz a la incógnita que reina sobre el arribo de nuevos cargamentos con vacunas -son varios los distritos cuyo stock está próximo a agotarse-, comentó que el próximo fin de semana llegarán más dosis, al tiempo que justificó la demora al decir que el Gobierno nacional está llevando a cabo “un esfuerzo enorme” para que el proceso de vacunación no se interrumpa en un mundo que definitivamente no ofrece las vacunas que se necesitan.
“Las vacunas están siendo acaparadas por un número muy reducido de países. Nosotros estamos entre esos países que irónicamente tienen cierto privilegio de poder seguir accediendo a vacunas y vacunando a su pueblo”, concluyó.