Rodríguez Larreta y la transformación que “no cuadra”

Mientras se pasea por algunas de las ciudades del país con el fin de apuntalar su imagen de cara a los comicios presidenciales, no deja de ser un tanto curioso que el jefe de Gobierno porteño proponga “recetas” a problemas que tampoco puede solucionar dentro de la propia Ciudad que se encarga de administrar. Por Cuarto Intermedio

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ya dejó en claro sus intenciones de presentar su candidatura presidencial en 2023. Por caso, no extraña ver cómo se refiere a cuestiones de índole nacional toda vez que hace su desembarco en alguna provincia del país, así como también cuando emprende giras por el exterior.

Sin embargo y más allá de que al alcalde porteño le resulte fácil observar la “paja en el ojo ajeno”, asoma un tanto preocupante que un dirigente que aspira a tamaña responsabilidad no reconozca las numerosas dificultades que padece el territorio que tiene bajo su cargo.

Es que sumado a la obras mal ejecutadas en la Ciudad, tales como las bicisendas pésimamente planificadas que tienen doble sentido y son demasiado anchas -en Ámsterdam, por ejemplo, poseen una sola mano en la que el ciclista circula en la misma dirección en la que va la calle-, tampoco se puede dejar pasar por alto las constantes e inconsultas modificaciones al paisaje urbano, como la construcción de parques lineales en zonas donde abundan plazas; o las intervenciones en la vía pública a cualquier hora del día que entorpecen la circulación, generan malestar al ciudadano, y acumulan amparos contra esos trabajos en los juzgados.

Pero además, hay otra problemática que Rodríguez Larreta tampoco puede desconocer, que es nada más ni nada menos que la de la pobreza, ya que tal como sucede en el resto del territorio nacional, la Ciudad de Buenos Aires tampoco se encuentra ajena -pese a ser uno de los distritos más ricos en términos de recaudación- al tener que contabilizar cada vez más personas deambulando sin rumbo en sus calles, producto de la falta de oportunidades para conseguir empleo y hogar.

Sobre éste último punto y quizás bajo la “excusa” de que el tema del déficit habitacional en el territorio porteño dependerá, en parte, del destino que corra la Ley de Alquileres en el Congreso nacional, lo cierto es que son escasas las políticas o campañas que se llevan adelante para facilitar el acceso a las viviendas, tanto para aquellos que cuentan con una salario todos los meses como para quienes necesitan inevitablemente de una plena asistencia estatal (en este caso, de la Ciudad).

No obstante, sería injusto negar que el negocio inmobiliario en la Ciudad de Buenos Aires sí resulta próspero y pujante si se tienen en cuenta la cantidad de desarrollos que están emplazándose en zonas neurálgicas de la Capital Federal, aunque ninguno de ellos parecería estar destinado directamente a los sectores mencionados.

Debe ser, entonces, que así como sucede con el tema de los contratos de la concesión de las grúas que acarrean a los autos mal estacionados (pagan un ínfimo canon mensual por el servicio), se trataría de un negocio que sólo Rodríguez Larreta estaría entendiendo.

En otro orden y en tren de enumerar aquellas falencias que el propio alcalde porteño se encarga de señalar al momento de elevar sus críticas hacia otras gestiones, tampoco podría decir que la inseguridad es un tema que tiene que dar por “superado”, puesto que más allá del gran despliegue de cámaras dispuesto a lo ancho y a lo largo de toda la Ciudad, resulta imposible desconocer que son cada vez más frecuentes los robos contra la propiedad privada, sin importar el barrio que se trate.

En ese sentido, es “moneda corriente” observar cristales rotos de automóviles estacionados en la vía pública o, lo que es peor, sin algunas de sus ruedas. A la vez, también dejaron de ser “hechos aislados” que las fachadas de los edificios amanezcan sin sus porteros eléctricos o picaportes, los cuales son quitados para revender el material con el que están hechos; o que los delincuentes violenten sus portones para sustraer las bicicletas que se encuentran dentro de los garajes.

La “transformación que no para” pregonada por Rodríguez Larreta, ¿es negocio para quién? Parecería, más bien, no “cuadrarle” esa incógnita al vecino dado que al margen del marketing desplegado en torno a su gestión, el Jefe de Gobierno porteño no puede desconocer estas falencias -o lo que es peor aún, negarlas- si verdaderamente se siente capacitado para presentar su candidatura presidencial en los próximos comicios.